Por: Alejandro Benjamin, MSW
Profesor Bergen Community College.La política es una combinación de arte y ciencia. Es una de las relaciones inteligentes y oportunas de las ciencias sociales, donde se conjugan los intereses de los ciudadanos de un país y los que representan el Estado.
En teoría, es algo atractivo e inspirador. Habla del bien común, como un objetivo, cuales quiera de los tratados de esta magnífica posición humana, es un manjar al oído y los sentidos participar en tan noble actividad.
Con la llegada del sistema democrático, los pueblos se sintieron dueños del Estado-país. Pensaron, que atreves del ejercicio democrático, sus necesidades serian oídas y ejecutadas. Especialmente las obras que impactaban la población. Se crearon los partidos políticos, gobiernos y turnos electorales para erigirse en una plataforma constitucional. Leyes substantivas. Esto garantizaba que la nación fuese un Estado permanente, un estado de derecho.
Los países que adoptaron el sistema democrático, comenzaron a experimentar los bienes y fruto de las libertades. Especialmente la libertad de elegir y ser elegido. Sus derechos a disentir del gobierno y reclamar de forma legal, cuando sus derechos fuesen violados. Sin temor a ser perseguido por un dictador o una clase que se proclamara todopoderosa.
Se perdió el temor a la perdida de la vida por asuntos de diferencias políticas y se aprendió a convivir en mayorías y minorías. La democracia era la legítima representación de las mayorías, quienes se expresaban de forma ordenada el día de las elecciones a quienes preferían como sus conductores y ejecutivos.
Los representantes que dirigían el gobierno eran líderes. Tenían las características de personas salidas de la legitimidad de su partido, con dotes propias para ejercer el cargo que se le encomendaba.
Eso es la posición teórica de lo que debió ser, la persona que representaba la ideología, vanguardia y la acción. Era capaz en todos los sentidos. En el fondo, la unión ecléctica de las aspiraciones de un pueblo. Eso cuando la política no era una Empresa. Se podia surgir de las entrañas del pueblo y escalar, no importa tu condición económica o de clase. Hoy lamentablemente no es así.
En el caso de la República Dominicana, El sistema democrático es un experimento. La potestad de los que han llegado al poder político, después del derrocamiento del Dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina, han hecho de la actividad política una Empresa por Acciones (Hay quienes se hacen millonarios al instante si “invierten” en el partido correcto, que va para el poder o está en el poder). Digo esto, en el mejor sentido de la palabra, porque los que hacen en estos momentos, es una inversión y lo admiten como tal.
“Yo invertí en política...”. Eso traduce en espera de retornos a su inversión empresarial. El examen no se puede hacer desde la perspectiva de las ciencias sociales, o política puramente, sino la aplicación de leyes de la economía y negocios. Hay que producir la mayor cantidad de ganancias en el tiempo más corto y con mucha eficiencia. La eficiencia, en este caso no son tecnologías o conocimientos aplicados.
Es saber cómo esconder las ganancias mal habidas en el uso de los recursos del Estado. Nunca ser acusado ni ir a la cárcel.
Como los lapsos de permanecer en el poder político, están regulados por la constitución y la democracia, cada persona que piensa en la Empresa y tiene que olvidarse de la ética, de principios de Bien Común.
Solo en la preservación del puesto dentro de la Empresa para sacar los beneficios más jugosos. Se hablan en términos de inversiones millonarias y de sacar un alto porcentaje cuando se llegue al Estado a gobernar o legislar. Pero definitivamente no fue para eso que se creó la democracia. ¡La sangre de los mártires y fundadores, clama desde sus tumbas.!
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