jueves, 14 de octubre de 2010

Rescatan a los 33 mineros en un momento histórico en Chile

Luego de 70 días de angustia, la cápsula Fénix llevó a la superficie a Luis Urzúa, el líder del grupo. Sólo resta que salga uno de los cinco rescatistas y el Operativo San Lorenzo llegará a su fin. Los chilenos festejan a lo largo y ancho del país.

"Quiero agradecer a los miles de chilenos y a Dios que estuvo con nosotros y nos ayudó siempre", dijo Piñera. Urzúa afirmó que está "orgulloso de vivir en Chile" y le pidió al presidente que no vuelva a pasar nunca más

Florencio Ávalos, el primer minero en ser rescatado, tardó 16 minutos en recorrer los 622 metros del ducto dentro de la cápsula Fénix 2. En la superficie lo esperaban su padre, su esposa y su hijo, que lo recibieron con un emotivo abrazo.

Allí también esperaba el presidente Sebastián Piñera, quien lo saludó y lo felicitó por la hazaña, como a cada uno de los rescatados. Luego, Ávalos fue trasladado al hospital de campaña en el que permaneció dos horas. Recién después pudo encontrarse con el resto de sus allegados, en un lugar preparado a tal fin.

Después de Ávalos, el siguiente en llegar a la superficie fue Sepúlveda, el minero que ofició de conductor en los videos desde el refugio, quien se mostró muy eufórico y trajo algunas piedras de regalo para sus rescatistas, su familia y el presidente Piñera.

El tercero en emerger fue Juan Illanes. Este minero de 52 años participó en el conflicto fronterizo que estuvo a punto de generar una guerra entre Chile y la Argentina en 1978.

El boliviano Carlos Mamani, de 24 años, es el cuarto minero en ser rescatado. Su ascenso se demoró 16 minutos. Evo Morales ha llegado a Copiapó para reunirse con él.

El quinto fue Jimmy Sánchez. Con 19 años, es el más joven de los obreros atrapados. Tardó 14 minutos en alcanzar la superficie. A un costado del ducto lo esperaba su papá. No bien bajó de la jaula, el rescatado desplegó una bandera de la Universidad de Chile, el equipo de fútbol de sus amores.

Tras el impasse en el operativo para revisar la cápsula, se realizó el sexto rescate. Osmán Araya, de 30 años, tardó apenas 13:51 minutos en emerger. El trabajador salió de la cápsula visiblemente emocionado y se quebró en el momento de abrazar a su mujer.

José Ojeda, de 45 años, el autor del célebre mensaje: "Estamos bien en el refugio los 33", se convirtió en el séptimo minero en salir a la superficie. El trabajador subió por el ducto en sólo 12:13 minutos. Se trata, hasta ahora, del izaje más rápido de esta jornada.

Cuando ya empezaba a amanecer en el desierto de Atacama, fue rescatado Claudio Yáñez, de 34 años, el octavo minero en salir desde el fondo del yacimiento. Se estrechó y besó a su mujer, Cristina Núñez, la misma con la que, por fin, contraerá matrimonio.

El noveno fue Mario Gómez, una de los guías en las profundidades del yacimiento. Su largo historial de trabajo en minas profundas lo convirtió en un ejemplo a seguir para los otros 32 obreros atrapados. Sus problemas respiratorios lo obligaron a subir con una máscara de oxígeno. Gómez rezó en silencio, de rodillas, y luego se abrazó a su mujer.

Alex Vega, de 32 años, fue el décimo rescatado. Apareció en la superficie persignándose y mascando chicle. En cuanto le quitaron el arnés, se abrazó durante varios minutos con su mujer.

Jorge Galleguillos tiene 56 años y es minero de toda la vida. Fue el minero número once en salir del fondo de la mina. Superó otros dos accidentes en las profundidades del yacimiento San José. El minero, que se abrazó con su hermano, exhibió una barba de varias semanas.

El minero número doce que alcanzó la superficie fue Edison Peña, de 34 años. En el momento del derrumbe llevaba cinco meses trabajando en la mina. Le dicen "el maratonista" porque durante su estadía en las profundidades corrió cada día 10 kilómetros y realizó 500 abdominales. Para el Bicentenario, el presidente Piñera le envió un calzado deportivo.

Carlos Barrios es el minero número trece en emerger a la superficie. Tiene 27 años y viene de una familia de mineros. De hecho once de sus tíos son mineros. Se había dado un mes de plazo para encontrar trabajo en otro yacimiento porque temía un accidente en la San José.

Víctor Zamora tiene 34 años y se enteró en la mina que espera a un hijo. Lo llaman "el poeta" por los versos que le escribió desde las profundidades a su mujer embarazada, con quien se abrazó durante varios minutos en medio de un profundo silencio. Salió de la mina en el puesto número 14.

Víctor Segovia tiene 48 años y cinco hijas. Es el minero número 15 en ver la luz. Le dicen "el escritor" porque día a día anotó en un diario las vivencias de más de dos meses de permanencia bajo tierra. El texto, que califica a la mina de San José como "matadero humano", ya tiene múltiples pedidos de publicación.

Daniel Herrera tiene 27 años y es soltero. Cuando se derrumbó la mina, pesaba más de 100 kilos, lo que lo obligó a someterse a una dieta especial para poder usar la cápsula de rescate y finalmente ser el minero número 16 en ser rescatado. Rechazó el apoyo psicológico y ya adelantó que abandonará el oficio para volver a su pueblo Marchigüe.

El rescatado número 17 fue Omar Reygada, más conocido en la mina como "el abuelito". Tiene 56 años y 30 de minero. Ya superó otros dos derrumbes. Con 6 hijos, ha sumado 14 nietos y tres bisnietos, de ahí su apodo. Reygada salió de la cápsula con una biblia en la mano y rezó de rodillas antes de saludar a su familia.

Esteban Rojas, quien se hizo famoso por proponerle matrimonio a su mujer, se convirtió en el minero número 18 en volver a ver la luz del día.

Tiene 44 años y pensaba jubilarse el 18 de septiembre. No debía trabajar el día del derrumbe pero se presentó en el yacimiento porque adeudaba días por la muerte de un tío.

El obrero que dejó en puesto 19 las profundidades de San José fue Pablo Rojas, alías "Cañita", quien vivió el encierro junto a sus primos Víctor Segovia y Esteban Rojas. El minero, de 45 años, una semana antes del accidente había alertado que "la mina estaba llorando", como presagio a una futura fatalidad.

Darío Segovia se convirtió en el número veinte en ser rescatado. El hombre, de 48 años, no debía trabajar el día del derrumbe pero lo hizo para cobrar el doble. Casualidad del destino su padre, de profesión minera y quien lo llevaba al yacimiento desde sus ocho años, quedó atrapado una semana bajo tierra en un accidente similar.

El "doctor" Yonny Barrios, como lo apodaron sus 32 compañeros, fue el minero vientiuno que dejó la mina. Durante el encierro, fue el encargado de realizar el seguimiento médico de los obreros.

Barrios, de 50 años, se encuentra en medio de una puja amorosa entre su esposa legal, de quien está separado, y su actual pareja.

Samuel Ávalos fue el minero número 22 en salir. Tiene 43 años y llevaba sólo cinco meses de trabajo en la región de Atacama, donde llegó buscando una mejor vida junto a su esposa y tres hijos. Revolucionó el interior de la mina con discos de rock & roll que le envió su familia.

El obrero número 23 en salir fue Carlos Bugueño, quien tiene 27 años y llegó a ser minero de la mano de Pedro Cortez, otro de los atrapados. Su objetivo era poder ahorrar dinero para comprarse una casa.

José Henríquez fue el rescatado número 24. En 1986, sobrevivió a un derrumbe en el que murieron 18 obreros. Evangelista practicante, fue el guía espiritual del grupo y quien coordinaba las oraciones. Henríquez le había dicho a su hermano que "algo iba a suceder" en la mina.

El minero número 25 en salir a la superficie fue Renán Ávalos, de 29 años. Hermano de Florencio, el primero en salir, trabajaba desde hace 5 meses en la mina San José. Para tranquilizarlo, su padre le envió fotos de caballos, su gran pasión.

El minero número 26 en abandonar la mina fue Claudio Acuña, apodado "el mudo" por ser uno de los hombres con más bajo perfil dentro del yacimiento. Tiene 44 años y es reconocido por ser fanático del Colo Colo. Pidió a los rescatistas que lo dejen ver un partido de su equipo y recibió una camiseta autografiada.

Franklin Lobos, el futbolista, se convirtió en el minero número veintisiete en ser rescatado. Tuvo un paso fugaz por la selección chilena y llegó a compartir plantel con Iván Zamorano. Ese pasado lo llevó a recibir varios regalos, incluída una camiseta de Pelé.

El bromista del grupo, Richard Villarroel, se convirtió en el minero número veintiocho en ser rescatado. Sus compañeros lo apodaron "el gordo" porque fue uno de los que más peso tuvo que bajar para poder ser entrar a la cápsula Fénix. Le prometió a su familia no trabajar más de minero.

El obrero veintinueve en abandonar el yacimiento de Copiapó fue Juan Carlos Aguilar quien se desempeñaba como supervisor pero analizaba cambiar de trabajo para pasar más tiempo con su familia. Tiene 49 años y dos hijos y en una carta a su pareja le confesó sus ansias de tener otro.

Raúl Bustos se convirtió en el número treinta en abandonar la mina a la que ingresó por primera vez el día del derrumbe. Llegó a Copiapó para iniciar una nueva vida luego de perder todo en el terremoto de febrero.

El penúltimo minero en dejar las profundidades de la mina fue Ariel Ticona, quien se hizo conocido durante el encierro por presenciar el nacimiento de su tercera hija, Esperanza, desde el refugio. La autoridades decidieron que permaneciera casi hasta al final por sus capacidades para las telecomunicaciones.

El jefe de turno, Luis Urzúa, fue el último en salir. Asumió la responsabilidad del grupo y diseñó el plan de supervivencia durante el encierro. Fue quien dirigió a los rescatistas hasta el refugio mientras se realizaban las perforaciones.


La recuperación

Los obreros rescatados cumplen con un protocolo. Serán revisados en el hospital móvil, donde permanecerán dos horas, para luego reunirse con el resto de sus seres queridos.

Finalmente, serán llevados en grupos de dos hasta Copiapó, donde recibirán cuidados especiales durante 48 horas. Sin embargo, podrán retirarse antes, bajo su responsabilidad.

El inicio del rescate a los 33 obreros, llamado Operativo San Lorenzo, se había demorado por la necesidad de conectar los sistemas de comunicaciones y por un problema durante una de las pruebas de la cápsula Fénix.

Los mineros están siendo izados a través de una cápsula que apenas les permite moverse, equipada con un tubo de oxígeno. En el caso de que falle, hay otras dos jaulas listas para ser usadas.

Además, a los mineros se los vistió con trajes térmicos, ya que existen treinta grados de diferencia entre la mina y la superficie en pleno desierto. También se les proveyó lentes oscuros, ya que no vieron la luz durante 70 días.

Si bien los rescatistas aclararon que cada ocho viajes al refugio deberán realizar maniobras de mantenimiento de la cápsula, como sucedió tras el rescate de Sánchez, se comprometieron a no frenar el trabajo hasta sacar a todos los obreros que aún están en el fondo de la mina de cobre, que se derrumbó el 5 de agosto, dejando a 33 mineros sepultados a 622 metros debajo de superficie.

Mientras, los familiares esperan alrededor de unas fogatas, rezando y cantando canciones populares de Chile, tratando de paliar la ansiedad de reencontrarse con sus seres queridos después de 70 días de espera.

Antes del ascenso de Ávalos, el rescatista Manuel González, con 12 años de experiencia en su haber, había sido el primero en descender al fondo de la mina. Tras el primer rescate, bajó su colega Roberto Ríos.

Por último, luego del ascenso de Sepúlveda, Patricio Robledo se sumó a sus colegas en el refugio. Ya son cinco los especialistas que están en la profundidad del yacimiento comandando el rescate.

No hay comentarios:

Publicar un comentario