Se teme que todavía haya víctimas
atrapadas bajo los escombros
Un ataque suicida dejó ayer 67 muertos en las afueras de una mezquita en el norte de Irak, luego de que el primer ministro Nuri al-Maliki llamó a sus compatriotas a no perder la fe si el retiro de las tropas norteamericanas genera más atentados.
Como parte de un pacto firmado entre Bagdad y Washington el año pasado, los soldados norteamericanos abandonarán los centros urbanos el 30 de junio y la totalidad de la fuerza que invadió Irak en 2003 deberá replegarse para el 2012.
Un ataque suicida dejó ayer 67 muertos en las afueras de una mezquita en el norte de Irak, luego de que el primer ministro Nuri al-Maliki llamó a sus compatriotas a no perder la fe si el retiro de las tropas norteamericanas genera más atentados.
Como parte de un pacto firmado entre Bagdad y Washington el año pasado, los soldados norteamericanos abandonarán los centros urbanos el 30 de junio y la totalidad de la fuerza que invadió Irak en 2003 deberá replegarse para el 2012.
"No se desalienten si se produce una brecha de seguridad aquí o allá", dijo Maliki a líderes de la comunidad étnica de turcos, reiterando una advertencia de que los insurgentes podrían tratar de aprovechar la retirada norteamericana para lanzar más ataques.
Analistas afirman que también podría producirse un aumento en la violencia, principalmente de insurgentes sunitas, incluyendo a Al Qaeda y otros grupos violentos, a las puertas de las elecciones parlamentarias que se celebrarán en enero próximo.
Horas después de las declaraciones de Maliki, se produjo un ataque suicida con un camión bomba que dejó un reguero de sangre cerca de una mezquita chiíta en los alrededores de la norteña Kirkuk, una ciudad disputada por árabes, turcos y kurdos y que yace sobre vastas reservas petroleras.
Sesenta y siete personas murieron, incluyendo mujeres y niños, y más de 200 resultaron heridos en el incidente, que también destruyó cerca de 30 casas. Se temía que mucha gente estuviera atrapada bajo los escombros.
"Estaba sentado en mi casa cuando súbitamente una poderosa explosión sacudió la tierra debajo de mí", dijo Hussain Nashaat, de 35 años, con su cabeza envuelta en vendas blancas. "Me encontraba cubierto de sangre y corrí afuera rápidamente. Mi amado vecindario estaba bajo escombros", afirmó.
En el principal hospital de Kirkuk, Azadi, reinaba el caos entre los gritos y los ruidos de sirenas de ambulancias, mientras los empleados llevabn civiles heridos al interior del centro de salud, incluyendo a varios niños. Fuente: Reuters
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