Las familias de las víctimas del Airbus siniestrado el pasado 1 de junio han decidido organizarse. No tanto por voluntad propia como porque se sienten maltratadas.
Sostienen que el trato de Air France "carece de humanidad". También reprochan a la compañía haberse desentendido de ellas en estas dos semanas de incertidumbre.
Es el motivo por el que han constituido una asociación. De momento, es una manera de formar una plataforma más homogénea. Quieren presionar y hasta convertirse en parte civil, en cuanto prospere la investigación judicial abierta en el parqué parisino.
"La compañía se ha ocupado muy poco de nosotros. No ha habido empatía en estas jornadas tan difíciles. Se nos ha mantenido el margen. Y nosotros necesitamos respuestas. No nos referimos a las técnicas, sino a cuestiones más humanas", sostenía Christophe Guillot en nombre de la asociación recién creada.
El malestar también se extiende a las autoridades. Especialmente por parte del Ministerio de Transportes, cuyos exponentes "estuvieron fríos, alejados de nuestros problemas", añade el portavoz de los familiares de las víctimas.
La iniciativa de la asociación introduce un factor nuevo en el duelo del accidente. Volaban en el Airbus 228 personas, en su mayoría francesas y brasileñas. Los cuerpos continúan a �repescarse� en aguas del Atlántico, pero todavía no se han establecido conclusiones plausibles, más allá de la hipótesis de un descoyuntamiento del avión a 10,000 metros de altura y de la disfunción de los sensores de velocidad.
El consejero delegado del consorcio EADS, titular de Airbus, ha decidido implicarse personalmente en el post-trauma. No para ofrecer respuestas, sino para recomendar paciencia a los medios: "Queremos más que nadie aclarar las razones del accidente", explicaba esta mañana en París Louis Gallois. Pero es necesario ahuyentar las elucubraciones, esperar, reunir más pruebas, tratar de encontrar las cajas negras".
Un submarino francés las lleva buscando desde el pasado miércoles, aunque los resultados se antojan bastante improbables. Tanto por la profundidad de la zona en que han podido sumergirse (4.000 metros) como porque las cajas negras únicamente están dotadas para enviar señales durante de un mes, y ya se ha cumplido la mitad del tiempo.
"No podemos estar lanzando ideas infundadas porque eso es incluso un problema para las familias, que no saben si lo que están leyendo en los que periódicos es cierto o no lo es", explicó esta mañana Louis Gallois en Le Bourget, sobrenombre del área parisina donde se inaugura mañana el Salón Aeroespacial.
Estaba a su lado Tom Enders, consejero delegado de Airbus y protagonista de un discurso igualmente cauteloso: "Entendemos que es necesario comprender lo que ocurrió.
En todo caso, mientras tanto, cualquier afirmación especulativa, de las que ha habido muchas en los últimos diez días, soslaya el trabajo que llevan a cabo las autoridades con tanto empeño y también crean un stress innecesario para todos los interesados".
Es el motivo por el que han constituido una asociación. De momento, es una manera de formar una plataforma más homogénea. Quieren presionar y hasta convertirse en parte civil, en cuanto prospere la investigación judicial abierta en el parqué parisino.
"La compañía se ha ocupado muy poco de nosotros. No ha habido empatía en estas jornadas tan difíciles. Se nos ha mantenido el margen. Y nosotros necesitamos respuestas. No nos referimos a las técnicas, sino a cuestiones más humanas", sostenía Christophe Guillot en nombre de la asociación recién creada.
El malestar también se extiende a las autoridades. Especialmente por parte del Ministerio de Transportes, cuyos exponentes "estuvieron fríos, alejados de nuestros problemas", añade el portavoz de los familiares de las víctimas.
La iniciativa de la asociación introduce un factor nuevo en el duelo del accidente. Volaban en el Airbus 228 personas, en su mayoría francesas y brasileñas. Los cuerpos continúan a �repescarse� en aguas del Atlántico, pero todavía no se han establecido conclusiones plausibles, más allá de la hipótesis de un descoyuntamiento del avión a 10,000 metros de altura y de la disfunción de los sensores de velocidad.
El consejero delegado del consorcio EADS, titular de Airbus, ha decidido implicarse personalmente en el post-trauma. No para ofrecer respuestas, sino para recomendar paciencia a los medios: "Queremos más que nadie aclarar las razones del accidente", explicaba esta mañana en París Louis Gallois. Pero es necesario ahuyentar las elucubraciones, esperar, reunir más pruebas, tratar de encontrar las cajas negras".
Un submarino francés las lleva buscando desde el pasado miércoles, aunque los resultados se antojan bastante improbables. Tanto por la profundidad de la zona en que han podido sumergirse (4.000 metros) como porque las cajas negras únicamente están dotadas para enviar señales durante de un mes, y ya se ha cumplido la mitad del tiempo.
"No podemos estar lanzando ideas infundadas porque eso es incluso un problema para las familias, que no saben si lo que están leyendo en los que periódicos es cierto o no lo es", explicó esta mañana Louis Gallois en Le Bourget, sobrenombre del área parisina donde se inaugura mañana el Salón Aeroespacial.
Estaba a su lado Tom Enders, consejero delegado de Airbus y protagonista de un discurso igualmente cauteloso: "Entendemos que es necesario comprender lo que ocurrió.
En todo caso, mientras tanto, cualquier afirmación especulativa, de las que ha habido muchas en los últimos diez días, soslaya el trabajo que llevan a cabo las autoridades con tanto empeño y también crean un stress innecesario para todos los interesados".
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