El gobierno de Evo Morales defiende el uso tradicional y legal de la coca, pero según la ONU, esa demanda se abastece con poco más de un tercio del total del área sembrada con esa planta.
A fines de 2008, siguiendo los pasos de su aliado, el presidente venezolano Hugo Chávez, Evo Morales, prescindió de la colaboración de la DEA (la agencia antidrogas de los Estados Unidos).
Los resultados no fueron buenos para ninguno de los dos países. La cocaína colombiana encontró en Venezuela un país de tránsito hacia Europa, mientras que la producción de hojas de coca siguió creciendo en Bolivia, en particular en la región del Chapare.
En realidad, el cultivo se incrementa desde que Evo Morales asumió la presidencia de Bolivia a fines de 2005.
"La hoja de coca es vida, es parte de nuestra cultura", sostuvo alguna vez el ministro boliviano de Exteriores, David Choquehuanca. Y el presidente no se cansa de pregonar las virtudes de la hoja de coca y de asegurar que su cultivo tiene múltiples usos legales, pero la realidad dista mucho de ajustarse al discurso oficial.
Más aún, en junio pasado, y cuando varios informes daban cuenta de la expansión de los cultivos de coca y del incremento del tráfico de drogas en Bolivia, Evo Morales se hizo reelegir como líder máximo de la Coordinadora de las 6 Federaciones de Productores del Trópico de Cochabamba, que aglutina a los cocaleros.
El gobierno ha creado centros de acopio en las regiones productoras cuya finalidad declarada es evitar el desvío de la hoja de coca hacia fines ilícitos y destinarla al "acullico" (masticación) y a la fabricación de productos como harina de coca, pomadas y dulces, entre otros.
Cuando la prensa dio cuenta de que las federaciones de cocaleros estaban reunidas para analizar cómo evitar el desvío de la producción hacia el narcotráfico, la noticia generó la reacción de varios lectores en la red cuyos mensajes resultan esclarecedores: "¿Qué controlarán?.
Si son ellos los causantes del crecimiento de la producción de la droga porque producen en exceso la materia prima", escribió Alberto Viscarra; "Mientras exista coca, será muy difícil controlar su desvío por cuanto económicamente le conviene al productor vender a mejor precio a un narco", fue el mensaje de Ramiro C.
A fines de 2008, siguiendo los pasos de su aliado, el presidente venezolano Hugo Chávez, Evo Morales, prescindió de la colaboración de la DEA (la agencia antidrogas de los Estados Unidos).
Los resultados no fueron buenos para ninguno de los dos países. La cocaína colombiana encontró en Venezuela un país de tránsito hacia Europa, mientras que la producción de hojas de coca siguió creciendo en Bolivia, en particular en la región del Chapare.
En realidad, el cultivo se incrementa desde que Evo Morales asumió la presidencia de Bolivia a fines de 2005.
"La hoja de coca es vida, es parte de nuestra cultura", sostuvo alguna vez el ministro boliviano de Exteriores, David Choquehuanca. Y el presidente no se cansa de pregonar las virtudes de la hoja de coca y de asegurar que su cultivo tiene múltiples usos legales, pero la realidad dista mucho de ajustarse al discurso oficial.
Más aún, en junio pasado, y cuando varios informes daban cuenta de la expansión de los cultivos de coca y del incremento del tráfico de drogas en Bolivia, Evo Morales se hizo reelegir como líder máximo de la Coordinadora de las 6 Federaciones de Productores del Trópico de Cochabamba, que aglutina a los cocaleros.
El gobierno ha creado centros de acopio en las regiones productoras cuya finalidad declarada es evitar el desvío de la hoja de coca hacia fines ilícitos y destinarla al "acullico" (masticación) y a la fabricación de productos como harina de coca, pomadas y dulces, entre otros.
Cuando la prensa dio cuenta de que las federaciones de cocaleros estaban reunidas para analizar cómo evitar el desvío de la producción hacia el narcotráfico, la noticia generó la reacción de varios lectores en la red cuyos mensajes resultan esclarecedores: "¿Qué controlarán?.
Si son ellos los causantes del crecimiento de la producción de la droga porque producen en exceso la materia prima", escribió Alberto Viscarra; "Mientras exista coca, será muy difícil controlar su desvío por cuanto económicamente le conviene al productor vender a mejor precio a un narco", fue el mensaje de Ramiro C.
"Una parte de la coca de seguro en cantidades descomunales se desvía al narcotráfico", opinó Collita Enojau; y Pablo Paz Ríos escribió: "Nadie puede negar que los carteles de la droga se están apoderando nuevamente de esta ilícita actividad en el país".
En concreto, el sentido común se impone y, más allá de lo que diga Morales, el 64% de la producción de hoja de coca va al mercado no autorizado, es decir, a la producción de drogas.
Esa cifra surge de un estudio realizado por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito dado a conocer a fines de junio pasado. El informe reconoce que el área de cultivo de coca se estabilizó entre 2008 y 2009, ya que creció sólo 400 hectáreas.
El problema es que, de las algo más de 30 mil hectáreas sembradas actualmente, "sobran" unas 17 mil, puesto que para abastecer la demanda legal, basta con el producto de 14 mil hectáreas.
Evidentemente, tarde o temprano, todo lo demás llegará a la producción de cocaína. Según el mismo informe de la ONU, pese al levísimo crecimiento del área sembrada, la producción de cocaína aumentó durante 2009 pasando de 842 toneladas a 1.100.
Bolivia es actualmente el tercer productor mundial de hoja de coca, detrás de Perú y Colombia.
Durante la presidencia de Morales se multiplicaron las denuncias de grupos indígenas, ONG ecologistas y guardas forestales acerca de los bosques talados para aumentar la producción de coca.
Algunas comunidades indígenas denuncian también que el narcotráfico fomenta la ocupación de reservas forestales por parte de campesinos para cultivar coca, disimulada entre plantaciones de arroz, maíz o yuca. Fuente: SMD
En concreto, el sentido común se impone y, más allá de lo que diga Morales, el 64% de la producción de hoja de coca va al mercado no autorizado, es decir, a la producción de drogas.
Esa cifra surge de un estudio realizado por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito dado a conocer a fines de junio pasado. El informe reconoce que el área de cultivo de coca se estabilizó entre 2008 y 2009, ya que creció sólo 400 hectáreas.
El problema es que, de las algo más de 30 mil hectáreas sembradas actualmente, "sobran" unas 17 mil, puesto que para abastecer la demanda legal, basta con el producto de 14 mil hectáreas.
Evidentemente, tarde o temprano, todo lo demás llegará a la producción de cocaína. Según el mismo informe de la ONU, pese al levísimo crecimiento del área sembrada, la producción de cocaína aumentó durante 2009 pasando de 842 toneladas a 1.100.
Bolivia es actualmente el tercer productor mundial de hoja de coca, detrás de Perú y Colombia.
Durante la presidencia de Morales se multiplicaron las denuncias de grupos indígenas, ONG ecologistas y guardas forestales acerca de los bosques talados para aumentar la producción de coca.
Algunas comunidades indígenas denuncian también que el narcotráfico fomenta la ocupación de reservas forestales por parte de campesinos para cultivar coca, disimulada entre plantaciones de arroz, maíz o yuca. Fuente: SMD
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