¿Un ex policía? ¿Un psicópata sexual? ¿Un criminal que odia a las prostitutas?. La criminóloga Pat Brown para trazar un perfil del hombre que quita el sueño a la policía de Nueva York.
Cuando la madre de Shannan Gilbert informó su desaparición, en mayo, no imaginaba que el caso de su hija revelaría que un criminal opera desde hace 4 años en Nueva York.
Tampoco imaginaba que el asesino, al que se atribuyen con certeza cuatro muertes en Suffolk County y se sospecha que también otras seis en la misma zona costera de Long Island, es un psicópata sexual con conocimientos sobre los pasos que se dan en las pesquisas criminales –de manera tal que puede anticiparse a algunos.
Gilbert sigue desaparecida hasta el momento pero gracias a la búsqueda que se inició la policía encontró los cadáveres de Megan Waterman, de 22 años, Melissa Berthelemy, de 24, Maureen Brainard-Barnes, de 25, y Amber Lynn Costello, de 27.
Las desapariciones de esas mujeres habían sido denunciadas desde abril de 2007.
Las víctimas tienen tanto en común que los investigadores creen que sus muertes se deben a un mismo autor.
Las cuatro tenían veintitantos años. Las cuatro eran prostitutas. Las cuatro se anunciaban en la web de oferta de bienes y servicios Craigslist. Las cuatro murieron por asfixia.
Las cuatro fueron enterradas en bolsas de arpillera en Ocean Parkway, el camino de la playa en Long Island, uno de los cinco barrios de la ciudad de Nueva York.
Esas similitudes ofrecen pautas de un perfil definido del asesino. "La razón para elegir prostitutas es que son presas muy fáciles", dijo la criminóloga Pat Brown a Infobae América.
Según la autora de The Profiler. My Life Hunting Serial Killers and Psychopaths y Killing for Sport.
Inside the Minds of Serial Killers, "no hace falta demasiado para hacerlas subir a un automóvil, por ejemplo, si el asesino se maneja en la calle". Peor aún, "es fácil llevarlas a un lugar lejos de la mirada pública".
Gilbert vivía en Jersey City, New Jersey, apenas al otro lado del río Hudson. Fue vista con vida por última vez en Oak Beach, Long Island. Eran las 5 de la mañana y Gus Coletti se afeitaba.
Escuchó gritos y golpes contra su puerta. Cuando abrió, la muchacha repetía "Ayúdeme, ayúdeme". Pero apenas lo vio llamar a emergencias, escapó corriendo.
El caso se complica
En marzo de 2011, cuando las cuatro primeras víctimas halladas en diciembre ya habían sido identificadas, un quinto cadáver apareció una milla al oeste de la fosa anterior.
En los días siguientes la policía exhumó tres cuerpos más. Ninguno de los cuatro ha sido identificado hasta el momento. Se sabe que uno pertenece a una mujer.
La especulación sobre el asesino serial llegaba a niveles de locura. Sin embargo, algunas cosas habían cambiado. Ya no mataba sólo prostitutas. Entre los cuatro nuevos cadáveres estaba el de un menor de edad.
Los cuerpos ya no se hallaban en bolsas de arpillera. Algunos estaban envueltos en bolsas de plástico negras.
El todo caso, la investigación ya superó a las autoridades de Suffolk County: se sumó la policía del estado de Nueva York y el equipo de profilers, o psicólogos forenses, del Federal Bureau of Investigation (FBI). Como en las películas.
"No hay que descartar el segundo grupo de restos por el hecho de que haya un niño", objeta, sin embargo, Brown.
"Pudo haber sido el hijo de una de las prostitutas. El asesino le propuso, por ejemplo, que salieran un fin de semana y ella dijo que no podía porque tenía un niño.
Él entonces le aseguró que no había inconveniente en que también lo llevara. Muchas veces los asesinos seriales cambian su modus operandi. Una alteración de esa naturaleza no quiere decir que no se trate de la misma persona".
Por último, a mediados de abril la policía estatal encontró en Nassau County un cráneo humano y una bolsa con piernas y brazos en dos lugares diferentes.
El descubrimiento, macabro en sí, agregó intriga y revivió la hipótesis del asesino serial de Long Island.
Los restos aparecieron a pocas millas de Suffolk Conty, a lo largo de la misma playa, donde en diciembre de 2010 y en marzo de 2011 aparecieron los primeros ocho cadáveres.
¿Y si el asesino fuera un policía?
El hecho de que alguien haya pasado años cometiendo homicidios sin ser descubierto habla de su saber técnico –al menos de las precauciones que se puede tomar para intentar pasar inadvertido el mayor tiempo posible.
Pero cuando el asesino de al menos cuatro mujeres hizo una serie de llamados a la hermana adolescente de una de ellas, Melissa Barthelemy, reveló que conocía algo más.
La policía no detalló el contenido de la conversación, que calificó de intimidante y socarrona, pero sí que duraron menos de tres minutos y fueron hechas desde lugares de enorme circulación de gente: Penn Station (el nudo de trenes que va hacia New Jersey y Long Island) y Times Square, probablemente el punto más turístico de la ciudad de Nueva York. Aunque lo rastrearan, no podrían distinguirlo en medio de la multitud sin grave peligro.
Durante cinco semanas, la familia de Barthelemy escuchó al asesino insultar a la víctima en unos seis llamados. Algunos de ellos, inclusive, desde el celular de la muchacha muerta.
Si se trata del hombre que mató a su hija, le dijo Lynn Barthelemy a la prensa estadounidense, tiene una enorme furia contra las prostitutas.
Esa conducta sumada el hecho de que concretara las citas con sus presas desde teléfonos celulares descartables hizo que la policía considerase la posibilidad de estar buscando a alguien que conoce de técnicas de investigación, acaso porque es un ex policía.
"No, no lo creo", objetó Brown ante Infobae América. "Hay mucha exageración alrededor de esto. El hecho de que haya usado teléfonos celulares descartables, que haya hecho llamados que no dan tiempo a un rastreo eficaz por la brevedad y por la ubicación en lugares llenos de gente, no indica que sea policía o personal de seguridad.
No significa nada, en realidad, porque sabemos que está familiarizado con Internet –contactó a cuatro víctimas en Craigslist– y esa información se encuentra online, como tanta otra".
Desde el éxito de El silencio de los inocentes, la imaginación popular ha quedado cautiva de los personajes como el doctor Hannibal Lecter. Haber convertido a un asesino en una estrella tiene, al menos, esa consecuencia.
Long Island y los asesinos de prostitutas
Si se confirmara que un mismo autor es responsable de la muerte de las cuatro jóvenes halladas en diciembre, y acaso también de los otros seis cuerpos enterrados en Long Island y de no se sabe cuántas mujeres aún desaparecidas, se trataría del tercer asesino serial de prostitutas que atemorizó el lugar –y esos exactos dos condados– en las últimas dos décadas.
Ya los precios de las propiedades manifestaron los primeros síntomas de esta repetición. Coletti, el último en ver con vida a Gilbert, se quejó de que el precio de las casas de su barrio, que oscilaba en el millón de dólares, está hoy en 600 mil.
El primer caso se registró en 1989. Joel Rifkin, un paisajista desempleado de East Meadow, mató a 17 mujeres que ejercían la prostitución en cuatro años.
Cuando lo detuvieron, en 1993, asesinaba ya Robert Shulman, un empleado de correos de Hicksville. Fue condenado por los asesinatos de cinco prostitutas.
La coincidencia geográfica, en realidad, no expresa mucho cuando se trata de asesinos de prostitutas: es difícil que encuentren víctimas en áreas rurales, por ejemplo.
En cambio, el perfil de esos dos hombres puede ser similar al del asesino que todavía está suelto en Long Island. Lo describe la criminóloga Brown: "De aspecto común.
Puede tener familia. Pero es un sádico sexual. La clase de hombre que dejaría una impresión de algo raro a una mujer que saliera con él. Quizá afecto al sadomasoquismo. Probablemente cuenta con un lugar donde retener a las víctimas". Fuente: IBD
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