En un conocido programa de televisión argentino, la ex candidata colombiana habló de su rescate, de la sexualidad en los campamentos, del "Mono Jojoy" y de la pésima relación con su ex marido.
La ex candidata presidencial de Colombia y emblema de los secuestrados de las FARC presentó su libro No hay silencio que no termine en el tradicional programa de almuerzos de Mirtha Legrand en Buenos Aires, Argentina.
Acompañada por un nutrido grupo de guardaespaldas y una asistente, esperó cerca de 40 minutos detrás de escena antes de salir al aire, en lo que se dedicó a hablar por un celular que sólo se apagó cuando llegó el momento de preparase para las cámaras.
Llevó su propio maquillaje, y fue escoltada por tres guardaespaldas durante toda la emisión.
En el corte previo a que comenzara la entrevista, de la que también participó el periodista Jorge Elías, la conductora le adelantó que quería que se sintiera cómoda.
"No te voy a preguntar nada desagradable", le aseguró mientras los asistentes, de unos y otros, corrían por el estudio.
El tradicional programa de los mediodías argentinos cambió su ritual: en vez de disfrutar de la comida, por exigencia de la invitada tomaron té.
Betancourt no dudó en calificar a la guerrilla colombiana como un cártel del narcotráfico. "Nosotros íbamos de cocal en cocal, son definitivamente un cártel porque producen, cosechan, transforman y comercializan la droga", afirmó.
"Gracias a las relaciones con otros narcotraficantes se proveen de todo lo que necesitan", advirtió.
La ex rehén también explicó cómo funciona la lógica secuestrado-secuestrador. "Ellos instalan conceptos como el de cárcel, cuando en realidad es un campo de concentración. Hablan de retenido, en vez de decir que somos secuestrados.
Buscan crearnos (a los secuestrados) conciencia de que ellos tienen alguna autoridad real sobre nosotros para que se produzca el Síndrome de Estocolmo", explicó.
Betancourt dijo haberse "ofendido terriblemente" cuando se enteró de que el Partido Comunista francés había recibido a una comitiva de las FARC mientras estaba secuestrada. "Hay que tener honestidad intelectual. Son terroristas y punto", remarcó.
La vida en la selva
Durante las casi dos horas que duró el programa, reveló intimidades de los guerrilleros en sus campamentos, habló del papel que cumplen las mujeres y de cómo se desarrollaba su sexualidad.
"En general las guerrilleras son campesinas que ejercieron la prostitución, por lo que ven a las FARC como un ascenso", explicó. Sin embargo, dijo que sufren una especie de "presión revolucionaria".
"Los guerrilleros viven en sus caletas (carpas) pero los miércoles y los domingos pueden solicitar dormir con alguien. Cuando la relación se vuelve estable pasan a convivir y se los llama socios, no pareja. El problema surge cuando una guerrillera le dice tres veces que no a un hombre, porque ahí interviene el comandante del campamento", detalló.
Él decide todo, al punto que -según el relato de Betancourt- el comandante puede "hacer una reflexión y decirle, 'compañera, usted tiene que tener solidaridad revolucionaria para con el compañero que la necesita'", y de esa forma graficó cómo la igualdad de género en el interior de las FARC no pasa del discurso.
También habló de la relación con sus compañeros secuestrados. Explicó que muchas veces ella no podía "aceptar lo moralmente inaceptable" y se rebelaba, y algunos de sus compañeros no tomaban bien sus actitudes.
"Me decían que qué me creía, si pensaba que yo era la princesa. Pero ellos, simplemente, no entendían", confesó.
El Mono Jojoy
Betancourt nombró en dos oportunidades al ex jefe de las FARC abatido por el Ejército colombiano en la operación Sodoma del último 23 de septiembre. En la primera intervención contó cómo Juan Manuel Santos logró engañarlo.
El actual presidente en ese entonces se desempeñaba como ministro de Defensa de Álvaro Uribe, y fue él quién comandó la Operación Jaque que rescató a Betancourt junto a otros secuestrados.
Detalló que las Fuerzas Armadas interfirieron las comunicaciones radiales de los guerrilleros al punto de que el propio Jojoy pensaba que estaba hablando con sus subordinados cuando en realidad lo hacía con los militares colombianos.
Lo mismo ocurrió con el comandante guerrillero que lideraba la formación que mantenía la mantenía cautiva.
De hecho, ese engaño logró convencer a los miembros de las FARC para que aceptaran recibir a una comisión internacional europea.
Se trataba, en realidad, del los efectivos que comandarían la liberación. "Nosotros no nos queríamos subir, desconfiábamos de ellos, no nos parecían europeos, pensábamos que era un montaje.
Finalmente escuchamos esa maravillosa frase: 'Somos el Ejército colombiano, están liberados'. Y se desató la locura", recordó con emoción.
También nombró a Jojoy en otra oportunidad. Con ternura, explicó que fue él quien le consiguió una Biblia y la autorizó a quedársela.
"Fue una lapidación pública"
Así describió lo que sintió cuando la prensa colombiana, y sus propios compatriotas, le quitaron su apoyo. El repudio se desató una vez que ella interpuso una demanda contra el Estado colombiano en la que solicitaba una indemnización de 6.5 millones de dólares.
"Fue monstruoso, me insultaron de un momento para el otro. Colombia se olvidó que yo también soy una víctima de terrorismo.
Yo reclamaba solamente lo que es mi derecho por ley, mis compañeros reclamaron y no pasó nada. Ahora cuando yo pedí mi compensación se armó el escándalo", afirmó indignada.
Durante la entrevista habló tres veces de su ex marido. Nunca lo nombró por su nombre -Juan Carlos Lecompte- pero sí dijo que se sorprendió de verlo en las puertas del avión aquel día que recuperó la libertad.
"Sólo me llamó tres veces en los años que permanecí secuestrada. Mi madre y toda mi familia me hablaban por la radio todos los días, pero él no.
Al menos que yo lo escuchara", aseguró. Y agregó que "sabía que él estaba con otra persona y lo entiendo". Lacompte no sólo escribió un libro sobre su ex mujer, sino que también presentó la demanda de dirvocio en la que reclama una suma millonaria.
Ingrid Betancourt poco habló de su libro, No hay silencio que no terminé, pero aseguró que todo lo que escribió es verdad y que se trata sólo de una parte.
Finalizado el programa, la ex candidata partió raudamente después de que sus guardaespaldas formaron un corredor que evitó que tuviera contacto con el público y los periodistas que la esperaban. Fuente: IBD
La ex candidata presidencial de Colombia y emblema de los secuestrados de las FARC presentó su libro No hay silencio que no termine en el tradicional programa de almuerzos de Mirtha Legrand en Buenos Aires, Argentina.
Acompañada por un nutrido grupo de guardaespaldas y una asistente, esperó cerca de 40 minutos detrás de escena antes de salir al aire, en lo que se dedicó a hablar por un celular que sólo se apagó cuando llegó el momento de preparase para las cámaras.
Llevó su propio maquillaje, y fue escoltada por tres guardaespaldas durante toda la emisión.
En el corte previo a que comenzara la entrevista, de la que también participó el periodista Jorge Elías, la conductora le adelantó que quería que se sintiera cómoda.
"No te voy a preguntar nada desagradable", le aseguró mientras los asistentes, de unos y otros, corrían por el estudio.
El tradicional programa de los mediodías argentinos cambió su ritual: en vez de disfrutar de la comida, por exigencia de la invitada tomaron té.
Betancourt no dudó en calificar a la guerrilla colombiana como un cártel del narcotráfico. "Nosotros íbamos de cocal en cocal, son definitivamente un cártel porque producen, cosechan, transforman y comercializan la droga", afirmó.
"Gracias a las relaciones con otros narcotraficantes se proveen de todo lo que necesitan", advirtió.
La ex rehén también explicó cómo funciona la lógica secuestrado-secuestrador. "Ellos instalan conceptos como el de cárcel, cuando en realidad es un campo de concentración. Hablan de retenido, en vez de decir que somos secuestrados.
Buscan crearnos (a los secuestrados) conciencia de que ellos tienen alguna autoridad real sobre nosotros para que se produzca el Síndrome de Estocolmo", explicó.
Betancourt dijo haberse "ofendido terriblemente" cuando se enteró de que el Partido Comunista francés había recibido a una comitiva de las FARC mientras estaba secuestrada. "Hay que tener honestidad intelectual. Son terroristas y punto", remarcó.
La vida en la selva
Durante las casi dos horas que duró el programa, reveló intimidades de los guerrilleros en sus campamentos, habló del papel que cumplen las mujeres y de cómo se desarrollaba su sexualidad.
"En general las guerrilleras son campesinas que ejercieron la prostitución, por lo que ven a las FARC como un ascenso", explicó. Sin embargo, dijo que sufren una especie de "presión revolucionaria".
"Los guerrilleros viven en sus caletas (carpas) pero los miércoles y los domingos pueden solicitar dormir con alguien. Cuando la relación se vuelve estable pasan a convivir y se los llama socios, no pareja. El problema surge cuando una guerrillera le dice tres veces que no a un hombre, porque ahí interviene el comandante del campamento", detalló.
Él decide todo, al punto que -según el relato de Betancourt- el comandante puede "hacer una reflexión y decirle, 'compañera, usted tiene que tener solidaridad revolucionaria para con el compañero que la necesita'", y de esa forma graficó cómo la igualdad de género en el interior de las FARC no pasa del discurso.
También habló de la relación con sus compañeros secuestrados. Explicó que muchas veces ella no podía "aceptar lo moralmente inaceptable" y se rebelaba, y algunos de sus compañeros no tomaban bien sus actitudes.
"Me decían que qué me creía, si pensaba que yo era la princesa. Pero ellos, simplemente, no entendían", confesó.
El Mono Jojoy
Betancourt nombró en dos oportunidades al ex jefe de las FARC abatido por el Ejército colombiano en la operación Sodoma del último 23 de septiembre. En la primera intervención contó cómo Juan Manuel Santos logró engañarlo.
El actual presidente en ese entonces se desempeñaba como ministro de Defensa de Álvaro Uribe, y fue él quién comandó la Operación Jaque que rescató a Betancourt junto a otros secuestrados.
Detalló que las Fuerzas Armadas interfirieron las comunicaciones radiales de los guerrilleros al punto de que el propio Jojoy pensaba que estaba hablando con sus subordinados cuando en realidad lo hacía con los militares colombianos.
Lo mismo ocurrió con el comandante guerrillero que lideraba la formación que mantenía la mantenía cautiva.
De hecho, ese engaño logró convencer a los miembros de las FARC para que aceptaran recibir a una comisión internacional europea.
Se trataba, en realidad, del los efectivos que comandarían la liberación. "Nosotros no nos queríamos subir, desconfiábamos de ellos, no nos parecían europeos, pensábamos que era un montaje.
Finalmente escuchamos esa maravillosa frase: 'Somos el Ejército colombiano, están liberados'. Y se desató la locura", recordó con emoción.
También nombró a Jojoy en otra oportunidad. Con ternura, explicó que fue él quien le consiguió una Biblia y la autorizó a quedársela.
"Fue una lapidación pública"
Así describió lo que sintió cuando la prensa colombiana, y sus propios compatriotas, le quitaron su apoyo. El repudio se desató una vez que ella interpuso una demanda contra el Estado colombiano en la que solicitaba una indemnización de 6.5 millones de dólares.
"Fue monstruoso, me insultaron de un momento para el otro. Colombia se olvidó que yo también soy una víctima de terrorismo.
Yo reclamaba solamente lo que es mi derecho por ley, mis compañeros reclamaron y no pasó nada. Ahora cuando yo pedí mi compensación se armó el escándalo", afirmó indignada.
Durante la entrevista habló tres veces de su ex marido. Nunca lo nombró por su nombre -Juan Carlos Lecompte- pero sí dijo que se sorprendió de verlo en las puertas del avión aquel día que recuperó la libertad.
"Sólo me llamó tres veces en los años que permanecí secuestrada. Mi madre y toda mi familia me hablaban por la radio todos los días, pero él no.
Al menos que yo lo escuchara", aseguró. Y agregó que "sabía que él estaba con otra persona y lo entiendo". Lacompte no sólo escribió un libro sobre su ex mujer, sino que también presentó la demanda de dirvocio en la que reclama una suma millonaria.
Ingrid Betancourt poco habló de su libro, No hay silencio que no terminé, pero aseguró que todo lo que escribió es verdad y que se trata sólo de una parte.
Finalizado el programa, la ex candidata partió raudamente después de que sus guardaespaldas formaron un corredor que evitó que tuviera contacto con el público y los periodistas que la esperaban. Fuente: IBD
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