Las razone
por qué Obama
no podrá gobernar
como los demás presidentes
La responsabilidad de la esperanza. Después de haber ganado las elecciones más sociales de la historia de los Estados Unidos, Barack Obama, ya no podrá gobernar como los anteriores presidentes.
Las razones responde ante los ciudadanos y ante la red social que ha creado durante su larga carrera para llegar a la Casa Blanca.
Son las conclusiones de Andrew Rasiej, fundador de Personal Democracy, asesor del nuevo presidente y un convencido de que la democracia participativa ha llegado a ser más personal que nunca con Obama.
Por eso "no podrá defraudar ni ignorar" a sus seguidores, dice el hombre que montó un sistema en Twitter para vigilar la limpieza electoral. Un cambio en la política, la comunicación y la tecnología esperado también en el resto del mundo.
La página web de Barack Obama.
Obama, se ha metido en la vida de los ciudadanos como no lo había logrado ningún otro candidato. Si John F. Kennedy, fue capaz de entrar en la sala de estar de los norteamericanos gracias a su dominio de la televisión, Obama, ha conseguido llegar a todas partes.
Ha sido el candidato de las redes sociales, los móviles y el correo electrónico. Con sus estrategias ha implicado a más de tres millones de personas siguiéndolo en Facebook, MySpace o Twitter y a un número todavía no conocido en myBarackObama.com
En la noche de su gran triunfo. Cuando el primer presidente negro de Estados Unidos, estaba a punto de celebrar con sus seguidores la victoria en Chicago se acordó:
Hemos hecho historia. Y no quiero olvidar cómo lo hemos hecho. Nosotros hemos hecho historia cada día de esta campaña, cada día que haber llamado a puertas, hecho una donación o hablado a nuestra familia, amigos y vecinos sobre por qué creemos que es la hora del cambio. Todo esto ha pasado gracias a ti.
Era el saludo del presidente electo a sus fieles a través de su web. Su nuevo espacio público. Su lugar de encuentro, activismo, conexión, participación, el lugar donde ese 1% de activistas que lideran las microtendencias se encontraron en una organización cara a cara, entre ellos y con su candidato, para desarrollar una fuerza nunca vista.
Como dijo Joe Trippi, el revolucionario jefe de campaña de Howard Dean, el hombre con el que despegaron las cibercampañas políticas: "No estoy hablando de internet. Ni de ordenadores. Ni de telecomunicaciones. Estoy hablando de la democracia".
Obama, como hace cuatro años Howard Dean, esquivó a los instrumentos tradicionales del poder para llegar donde no hubieran podido si tuviera que contar con ellos. "Ha logrado crear su propio canal y se dirige a la gente a través de él. No le hacen falta la CNN, la NBC, la CBS", explica Rasiej.
De tú a tú. Con internet, en cada mítin. Y con sus libros. The New Yorker, una de las más prestigiosas revistas norteamericanas de actualidad y cultura, justificó su endorsement (apoyo) a Obama, no sólo por su política y su personalidad.
La principal razón por la que se vota a los políticos, según los analistas sino sobre todo por ser un autor. Un hombre capaz de crear una política desde su experiencia vital y convertirlo en un libro como Dreams from My Father: A Story of Race and Inheritance. O de cómo el primer presidente negro de los Estados Unidos se convirtió en un candidato postracial.
Pero atento a las minorías. Para ellas diseñó la campaña y lo han premiado con sus votos mayoritarios los afroamericanos, los latinos y los asiáticos. Sólo los WASP (blancos, anglosajones y protestantes) de mayor edad y menor nivel socioeconómico se han resistido al encanto del candidato y de su red digital.
Es uno de los mayores problemas de la ciberdemocracia del que ya alertó el filósofo Slavoj Zizek al definir la democracia digital como un interfaz en el que corremos el riesgo de perder de vista el "desierto de lo real" y dejar a un lado a los hundidos en la brecha digital.
Pero esos problemas no detendrán la ciberdemocracia. Obama, ha manejado como nadie la comunión de nuevos y viejos medios. Cuando eligió vicepresidente, una de las decisiones más trascendentales de la campaña, lo hizo con un anuncio por SMS a sus fieles que le reportó la mayor base de datos de móviles jamás poseída por un político. Pero llegado el día la noticia también estaba en los grandes medios.
La política y las campañas electorales no volverán a ser lo que eran. Los políticos españoles lo prometieron en la última. Después de aprovechar a internet mejor de lo que nunca se había hecho antes, y a pesar del enorme peso del vídeo, convertido en la mejor y más barata herramienta propagandística de la videocracia, los ímpetus se abandonaron hasta que ha comenzado una nueva carrera electoral como en Galicia, donde el vicepresidente de la Xunta, Anxo Quintana, presentaba hace poco su vídeoblog.
¿Y ahora qué?, Obama.
Después de una nueva campaña hace falta otro tipo de gobernación. Y el presidente electo ha prometido en su programa una democracia conectada y transparente para que los ciudadanos tengan acceso a todos los actos del gobierno y para que las herramientas de internet, banda ancha y participación que tan buen resultado le han dado en campaña se conviertan en política cotidiana.
Un gobierno abierto al estilo del que el laborista Gordon Brown, preconiza en Gran Bretaña, donde la información gubernamental vuelve al dominio público y los servicios públicos incluyen las herramientas para que los ciudadanos puedan aprovechar al máximo la sociedad de la información.
Un objetivo todavía lejano para la Europa 3.0 avanzada por la Comisión Europea y de la que España todavía está lejos.
Todos apostolan por el tinkering político, la democracia como mashup para conseguir ese quilibrio reflexivo teorizado por John Rawls, la unión de los principios, la interacción social y la realidad para lograr el bien común. Obama, tiene trabajo. La democracia reclama responsabilidad a la esperanza.
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