El Gobierno declaró "alerta máxima" ante la tendencia en alza de la enfermedad. Un recorrido por los barrios humildes demuestra la gravedad del brote por la falta de cloacas y de agua potable.
Con sus ocho meses de embarazo, Lucía Montero teme contagiarse de cólera, que este mes comenzó a propagarse en el barrio donde vive en Santo Domingo y afectó en la última semana a sus tres hijos y a su esposo.
El ministerio de Salud declaró el lunes una "alerta máxima" en 17 barrios marginales de Santo Domingo tras detectar un brote de cólera que ha dejado al menos dos muertos en esos sectores hacinados y de precarias viviendas de madera y zinc en la ribera del río Ozama, que bordea la capital.
Mientras el marido de Montero y su hija Daneysi, de cinco años, fueron atendidos de forma ambulatoria en un hospital ya que su condición no era grave, sus gemelos Isaac y Misael, de 20 meses, estuvieron internados cuatro días debido a que presentaban altos niveles de deshidratación.
Ante el temor de que nuevos contagios en su familia, ahora Montero hierve en una pequeña estufa el agua para purificarla y después todavía le vierte unas gotas de cloro.
Además, vigila que sus hijos permanezcan dentro de la casa de zinc de unos 24 metros cuadrados para evitar que coman cosas que puedan enfermarlos, Isaac y Misael, los gemelos juguetean desnudos entre los callejones de tierra por los que corren también aguas residuales del sector Renacer, del populoso barrio La Ciénaga.
"Vea cómo vivimos, eso es lo que nos va a matar", dice la mujer de 21 años, mientras señala el estrecho canal cloacal que pasa por un lado de su casa, en la que las únicas divisiones interiores están hechas con cartones y cortinas.
En La Ciénaga "todos estamos en peligro" de contraer cólera "por los altos niveles de contaminación del agua", dijo Geovanny Bautista, dirigente de la junta de vecinos del lugar y quien con apoyo del ministerio de Salud encabeza un operativo de distribución de cloro y suero oral.
El cólera, que produce severas diarreas, vómitos y puede provocar la muerte, se transmite mediante el consumo de agua o alimentos contaminados con heces portadoras de la bacteria Vibrio cholerae.
Mientras en el vecino Haití han muerto desde octubre más de 4.800 personas, en República Dominicana se han detectado poco más de 800 pacientes y 14 decesos.
No obstante, lejos de las cifras oficiales, Bautista asegura que sólo en mayo murieron en ese barrio seis personas con diarrea y vómito.
La poca agua entubada que llega a La Ciénaga se distribuye a través de llaves ubicadas en algunos puntos céntricos, pero muchas tuberías están rotas y pasan entre las cloacas que descargan en el río Ozama.
Marlene Herrera, de 22 años y seis meses de embarazo, debe transportar agua desde un punto lejano ya que la toma que queda cerca de su vivienda está en medio de un canal de desechos.
"Mi bebé perdió dos libras de peso", aseguró Herrera, quien estuvo hospitalizada el fin de semana por el cólera.
"Tenemos que prepararnos porque la tendencia es a subir" el número de contagios debido a la contaminación, comentó el médico Daniel Almonte, subdirector del hospital público Luis Eduardo Aybar, en cuyo estacionamiento techado se improvisó una sala para recibir a los pacientes con cólera, provenientes principalmente de los barrios marginales.
Veintiocho pacientes fueron internados en ese hospital el lunes con deshidratación. Varios ya fueron dados de alta y al mediodía del martes sólo había 19, incluidos cuatro recién ingresados.
El ministerio de Salud envió a los barrios marginales clínicas móviles a fin de proveer de atención inmediata a los casos sospechosos de cólera, estimó José del Carmen Caraballo, director del Luis Eduardo Aybar.
Y decenas de salubristas visitan cada casa para distribuir material de higiene y en busca de pacientes con los síntomas de cólera a fin de proveerles asistencia. Fuente: AP
Con sus ocho meses de embarazo, Lucía Montero teme contagiarse de cólera, que este mes comenzó a propagarse en el barrio donde vive en Santo Domingo y afectó en la última semana a sus tres hijos y a su esposo.
El ministerio de Salud declaró el lunes una "alerta máxima" en 17 barrios marginales de Santo Domingo tras detectar un brote de cólera que ha dejado al menos dos muertos en esos sectores hacinados y de precarias viviendas de madera y zinc en la ribera del río Ozama, que bordea la capital.
Mientras el marido de Montero y su hija Daneysi, de cinco años, fueron atendidos de forma ambulatoria en un hospital ya que su condición no era grave, sus gemelos Isaac y Misael, de 20 meses, estuvieron internados cuatro días debido a que presentaban altos niveles de deshidratación.
Ante el temor de que nuevos contagios en su familia, ahora Montero hierve en una pequeña estufa el agua para purificarla y después todavía le vierte unas gotas de cloro.
Además, vigila que sus hijos permanezcan dentro de la casa de zinc de unos 24 metros cuadrados para evitar que coman cosas que puedan enfermarlos, Isaac y Misael, los gemelos juguetean desnudos entre los callejones de tierra por los que corren también aguas residuales del sector Renacer, del populoso barrio La Ciénaga.
"Vea cómo vivimos, eso es lo que nos va a matar", dice la mujer de 21 años, mientras señala el estrecho canal cloacal que pasa por un lado de su casa, en la que las únicas divisiones interiores están hechas con cartones y cortinas.
En La Ciénaga "todos estamos en peligro" de contraer cólera "por los altos niveles de contaminación del agua", dijo Geovanny Bautista, dirigente de la junta de vecinos del lugar y quien con apoyo del ministerio de Salud encabeza un operativo de distribución de cloro y suero oral.
El cólera, que produce severas diarreas, vómitos y puede provocar la muerte, se transmite mediante el consumo de agua o alimentos contaminados con heces portadoras de la bacteria Vibrio cholerae.
Mientras en el vecino Haití han muerto desde octubre más de 4.800 personas, en República Dominicana se han detectado poco más de 800 pacientes y 14 decesos.
No obstante, lejos de las cifras oficiales, Bautista asegura que sólo en mayo murieron en ese barrio seis personas con diarrea y vómito.
La poca agua entubada que llega a La Ciénaga se distribuye a través de llaves ubicadas en algunos puntos céntricos, pero muchas tuberías están rotas y pasan entre las cloacas que descargan en el río Ozama.
Marlene Herrera, de 22 años y seis meses de embarazo, debe transportar agua desde un punto lejano ya que la toma que queda cerca de su vivienda está en medio de un canal de desechos.
"Mi bebé perdió dos libras de peso", aseguró Herrera, quien estuvo hospitalizada el fin de semana por el cólera.
"Tenemos que prepararnos porque la tendencia es a subir" el número de contagios debido a la contaminación, comentó el médico Daniel Almonte, subdirector del hospital público Luis Eduardo Aybar, en cuyo estacionamiento techado se improvisó una sala para recibir a los pacientes con cólera, provenientes principalmente de los barrios marginales.
Veintiocho pacientes fueron internados en ese hospital el lunes con deshidratación. Varios ya fueron dados de alta y al mediodía del martes sólo había 19, incluidos cuatro recién ingresados.
El ministerio de Salud envió a los barrios marginales clínicas móviles a fin de proveer de atención inmediata a los casos sospechosos de cólera, estimó José del Carmen Caraballo, director del Luis Eduardo Aybar.
Y decenas de salubristas visitan cada casa para distribuir material de higiene y en busca de pacientes con los síntomas de cólera a fin de proveerles asistencia. Fuente: AP
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