El silencioso dilema de Obama
Nueva York.- Durante la primera semana de la creciente ofensiva militar de Israel contra la franja palestina de Gaza, Barack Obama ha guardado un intenso silencio navideño mientras sus ayudantes se han ocupado de recordar que, incluso durante el largo período de transición presidencial, la Casa Blanca solamente tiene un responsable.
Pero a su pesar, el conflicto, con una intensidad no vista en años, se ha convertido en la primera crisis internacional para el presidente electo, a pesar de que todavía le falten más de dos semanas para hacerse con las riendas de una política exterior decisiva en cualquier intento de revertir el último medio siglo de sangrienta historia compartida por árabes y judíos.
La espiral de violencia, con centenares de muertos y heridos, estaría produciendo toda una serie de nuevos obstáculos para las ambiciosas iniciativas de paz asumidas por el próximo ocupante de la Casa Blanca.
Además de dificultar los prometidos esfuerzos de mejorar relaciones con el mundo musulmán. Diagnóstico de cuesta arriba muy empinada, compartido por una mayoría de analistas y altos funcionarios en Washington.
En el trascurso de su candidatura presidencial, Obama se había comprometido a impulsar desde el principio de su mandato la mediación estadounidense entre israelíes y palestinos.
Sin caer en la lógica tentación política de dejar para el final el problema central en Oriente Próximo, como han hecho sus dos antecesores en el despacho oval. Obama también había prometido una simbólica apertura retórica hacia el mundo musulmán en sus primeros cien días de mandato.
Todos estos planes y buenas intenciones, sin embargo, se han topado con una escalada en las hostilidades y unos esfuerzos diplomáticos estériles para lograr un alto el fuego. Con el agravante de que las víctimas civiles palestinas no hacen más que recordar en el mundo árabe el incondicional respaldo de Estados Unidos, a Israel, incluidas cobertura diplomática en Naciones Unidas, generosas subvenciones anuales y sofisticada ayuda militar.
Como ha explicado Aaron David Miller, un veterano negociador diplomático de Estados Unidos y autor del libro La tierra demasiado prometida, la lucha en Gaza ha transformado una situación difícil en otra imposible, reduciendo las posibilidades de éxito a casi cero.
A su juicio, cualquier discurso que pueda pronunciar Obama va a quedar ensordecido por la violencia y un extenso memorial de agravios que incluye no sólo el firme respaldo de Washington a Israel, sino también sus alianzas con regímenes autoritarios en el mundo árabe y los frentes bélicos de Irak y Afganistán.
Aunque en la historia del conflicto árabe-israelí algunas crisis han terminado por facilitar eventualmente oportunidades de negociación al alterar el status que en la región, esta vez no se anticipan cambios sustanciales, especialmente tras la invasión de Gaza.
Para Steven Cook, especialista del Council on Foreign Relations, incluso con una futura tregua «va a ser muy difícil volver a sentar a las partes a la mesa de negociaciones.
Ante el silencio bastante calculado del presidente electo, estos días se están repitiendo a menudo -sobre todo en Israel- las palabras que Obama pronunció el pasado verano durante una visita al Estado judío: «Si alguien lanzase cohetes a mi casa, donde mis dos hijas duermen por la noche, yo haría todo lo que estuviera en mi poder para detenerlos. Y esperaría que los israelíes hagan lo mismo. Fuente: AP
Nueva York.- Durante la primera semana de la creciente ofensiva militar de Israel contra la franja palestina de Gaza, Barack Obama ha guardado un intenso silencio navideño mientras sus ayudantes se han ocupado de recordar que, incluso durante el largo período de transición presidencial, la Casa Blanca solamente tiene un responsable.
Pero a su pesar, el conflicto, con una intensidad no vista en años, se ha convertido en la primera crisis internacional para el presidente electo, a pesar de que todavía le falten más de dos semanas para hacerse con las riendas de una política exterior decisiva en cualquier intento de revertir el último medio siglo de sangrienta historia compartida por árabes y judíos.
La espiral de violencia, con centenares de muertos y heridos, estaría produciendo toda una serie de nuevos obstáculos para las ambiciosas iniciativas de paz asumidas por el próximo ocupante de la Casa Blanca.
Además de dificultar los prometidos esfuerzos de mejorar relaciones con el mundo musulmán. Diagnóstico de cuesta arriba muy empinada, compartido por una mayoría de analistas y altos funcionarios en Washington.
En el trascurso de su candidatura presidencial, Obama se había comprometido a impulsar desde el principio de su mandato la mediación estadounidense entre israelíes y palestinos.
Sin caer en la lógica tentación política de dejar para el final el problema central en Oriente Próximo, como han hecho sus dos antecesores en el despacho oval. Obama también había prometido una simbólica apertura retórica hacia el mundo musulmán en sus primeros cien días de mandato.
Todos estos planes y buenas intenciones, sin embargo, se han topado con una escalada en las hostilidades y unos esfuerzos diplomáticos estériles para lograr un alto el fuego. Con el agravante de que las víctimas civiles palestinas no hacen más que recordar en el mundo árabe el incondicional respaldo de Estados Unidos, a Israel, incluidas cobertura diplomática en Naciones Unidas, generosas subvenciones anuales y sofisticada ayuda militar.
Como ha explicado Aaron David Miller, un veterano negociador diplomático de Estados Unidos y autor del libro La tierra demasiado prometida, la lucha en Gaza ha transformado una situación difícil en otra imposible, reduciendo las posibilidades de éxito a casi cero.
A su juicio, cualquier discurso que pueda pronunciar Obama va a quedar ensordecido por la violencia y un extenso memorial de agravios que incluye no sólo el firme respaldo de Washington a Israel, sino también sus alianzas con regímenes autoritarios en el mundo árabe y los frentes bélicos de Irak y Afganistán.
Aunque en la historia del conflicto árabe-israelí algunas crisis han terminado por facilitar eventualmente oportunidades de negociación al alterar el status que en la región, esta vez no se anticipan cambios sustanciales, especialmente tras la invasión de Gaza.
Para Steven Cook, especialista del Council on Foreign Relations, incluso con una futura tregua «va a ser muy difícil volver a sentar a las partes a la mesa de negociaciones.
Ante el silencio bastante calculado del presidente electo, estos días se están repitiendo a menudo -sobre todo en Israel- las palabras que Obama pronunció el pasado verano durante una visita al Estado judío: «Si alguien lanzase cohetes a mi casa, donde mis dos hijas duermen por la noche, yo haría todo lo que estuviera en mi poder para detenerlos. Y esperaría que los israelíes hagan lo mismo. Fuente: AP
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