Especialistas explican que la presión alta predispone a este tipo de incidentes, que de a poco deterioran las funciones del cerebro y le producen daños irreparables sin que el afectado se dé cuenta
Es un dato bien sabido que los valores elevados de presión arterial generan un peligro potencial y real al corazón, las paredes de las arterias, los riñones y el cerebro y que, en los casos más severos, pueden llevar a un accidente cerebrovascular o stroke.
Este puede no ser fatal, pero suele dejar daños neurológicos muchas veces irreversibles como parálisis totales o parciales.
Sin embargo, no sólo tener la presión demasiado alta predispone a problemas de difícil solución: vivir con el tensiómetro marcando entre 140/90 puede llevar al desarrollo de los llamados microinfartos, que afectan al 20% de los hipertensos con la presión arterial mal controlada.
"La presión que se considera 'normal' es la de 120/80. Ya cuando comienza a subir esa cifra, se considera que la persona está en prehipertensión", es decir, que se encuentra en la puerta de sufrir presión elevada y sus consecuencias en el futuro, explicó el especialista.
Esto significa que aquellos con presión habitual entre 140/90 están en peligro, en principio, de sufrir microinfartos. "Si no se controla puede empezar a producir pequeñas lesiones cerebrales que son silenciosas, que no tienen expresión clínica", señaló.
Los microinfartos obstruyen de a poco "pequeñas arterias, y con el pasaje de los años le producen a las personas trastornos cognitivos como pérdida de capacidad resolutiva, trastornos de conducta y pérdida de memoria", señaló Ré.
Los cambios en la elasticidad y espesor de las paredes de los vasos que irrigan el cerebro (que llevan, en última instancia, a que se "tapen" y llegue poco oxígeno) tienen distintas causas como el abuso de la sal en las comidas, el tabaquismo, el alcoholismo, la diabetes, la obesidad y la falta de ejercicio físico, explicó el especialista.
El principal inconveniente es que en estos casos el paciente no sabe que sufre de microinfartos, ya que éstos no tienen ninguna manifestación clínica, no se presentan con síntomas visibles.
"La resonancia magnética nuclear muestra estas lesiones, pero ningún médico la va a diagnosticar por tratarse de un tratamiento de alta complejidad", sostuvo. Por eso "la única forma de prevenir es, por el momento, manteniendo la presión siempre por debajo de 140/90", agregó el doctor.
"Estos microinfartos predisponen a un infarto mayor. Por eso, se puede decir que las grandes complicaciones de la hipertensión se pueden prevenir", concluyó el especialista. Fuente IB
Es un dato bien sabido que los valores elevados de presión arterial generan un peligro potencial y real al corazón, las paredes de las arterias, los riñones y el cerebro y que, en los casos más severos, pueden llevar a un accidente cerebrovascular o stroke.
Este puede no ser fatal, pero suele dejar daños neurológicos muchas veces irreversibles como parálisis totales o parciales.
Sin embargo, no sólo tener la presión demasiado alta predispone a problemas de difícil solución: vivir con el tensiómetro marcando entre 140/90 puede llevar al desarrollo de los llamados microinfartos, que afectan al 20% de los hipertensos con la presión arterial mal controlada.
"La presión que se considera 'normal' es la de 120/80. Ya cuando comienza a subir esa cifra, se considera que la persona está en prehipertensión", es decir, que se encuentra en la puerta de sufrir presión elevada y sus consecuencias en el futuro, explicó el especialista.
Esto significa que aquellos con presión habitual entre 140/90 están en peligro, en principio, de sufrir microinfartos. "Si no se controla puede empezar a producir pequeñas lesiones cerebrales que son silenciosas, que no tienen expresión clínica", señaló.
Los microinfartos obstruyen de a poco "pequeñas arterias, y con el pasaje de los años le producen a las personas trastornos cognitivos como pérdida de capacidad resolutiva, trastornos de conducta y pérdida de memoria", señaló Ré.
Los cambios en la elasticidad y espesor de las paredes de los vasos que irrigan el cerebro (que llevan, en última instancia, a que se "tapen" y llegue poco oxígeno) tienen distintas causas como el abuso de la sal en las comidas, el tabaquismo, el alcoholismo, la diabetes, la obesidad y la falta de ejercicio físico, explicó el especialista.
El principal inconveniente es que en estos casos el paciente no sabe que sufre de microinfartos, ya que éstos no tienen ninguna manifestación clínica, no se presentan con síntomas visibles.
"La resonancia magnética nuclear muestra estas lesiones, pero ningún médico la va a diagnosticar por tratarse de un tratamiento de alta complejidad", sostuvo. Por eso "la única forma de prevenir es, por el momento, manteniendo la presión siempre por debajo de 140/90", agregó el doctor.
"Estos microinfartos predisponen a un infarto mayor. Por eso, se puede decir que las grandes complicaciones de la hipertensión se pueden prevenir", concluyó el especialista. Fuente IB
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