lunes, 14 de junio de 2010

Leandro Guzmán fundador del Movimiento 14 de Junio asegura que el golpe demoledor fue el asesinato de su esposa María Teresa Mirabal

Por: Fernando Quiroz
fernando.quiroz@listindiario.com

“Yo estaba destruido; pues cuando ya estaba en un proceso de mejoría, me tiraban agua de sal para que se me secara la paliza de la espalda.

Aquello era terrible, me mantuvieron desnudo, esposado”, dijo Leandro Guzmán al describir las torturas que sufrió tras ser delatado el Movimiento 14 de Junio.

Cuidado, era el comentario entre los presos, pues había una puerta que cuando era abierta era para matar. “Si oíamos los gritos después de las 5:30 de la tarde era porque había ejecución”, recordó.

Leandro y Manolo Tavárez Justo, esposos de María Teresa y Minerva Mirabal, respectivamente, sufrieron largos meses de prisión y torturas tras descubrirse que organizaron el Movimiento 14 de Junio como organización de resistencia interna que combatiría a la tiranía.

“Ahí, entonces, le digo a Manolo, no hay Bandera, están trayendo a los De la Maza, alguien grande cayó”.”
Leandro Guzmán, luchador antitrujillista.

Pedro González, el esposo de Patria, la otra hermana Mirabal, también fue apresado y torturado. Era mantenido en La Victoria. Leandro y María Teresa habían contraido matrimonio el 14 de febrero de 1957.

Leandro, quien es ingeniero civil, tenía el propósito de estudiar el tema de petróleo en Colorado, Estados Unidos, pero le fue negada la visa, porque el régimen consideró que se casó con una reconocida antritrujillista.

Leandro fue apresado el 17 de enero de 1960. Tres carros Volskwagen, repletos de agentes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), se presentaron a su casa, cuando él estaba en bata de dormir. A partir de ahí comenzó su historia de horror.

Presos
Manolo y Leandro no entendían por qué

los cambiaban constantemente de prisión.

De La Victoria a La 40, luego a Salcedo, y en breves horas, a la fortaleza San Felipe de Puerto Plata. Presos en Puerto Plata, recibieron tres visitas de sus esposas durante su prisión.

Eran visitas muy limitadas, de media hora. Desde la segunda visita ya se comentaba la posibilidad de que asesinaran a las tres hermanas.

Minerva, quien era más avanzaba políticamente, al oír lo que se comentaba decía que era imposible que en la situación que atravesaba al régimen, cometieran esa acción.

Pero a raíz de la versión de que Trujillo dijo en Villa Tapia, en la casa del hacendado Rafael Quezada, que su gobierno sólo tenía dos problemas, la Iglesia y las hermanas Mirabal, Manolo advirtió lo peor y dispuso que alquilaran una casa en Puerto Plata, y que trasladaran lo indispensable. Manolo tenía un liderazgo muy grande, natural. “Yo lo conocí en el año 1949 cuando vinimos a estudiar y pertenecía a la Juventud Democrática”, refi ere Leandro sobre su compañero de luchas.

En la cárcel de Puerto Plata Manolo y Leandro dedicaban mucho tiempo a la lectura de libros que les llevaban sus esposas. Entre las obras leídas fi guran “Los siete juicios más grandes de la Historia” y “Tambores del destino”, que habla de la independencia haitiana.

Mala noticia

Fueron trasladados a la cárcel La 40 donde un capitán apellido Del Villar les llevó un periódico, y mientras se lo tiraba al frente, les expresaba: “Ustedes son presos y no tienen derecho, pero vamos a hacer una excepción”.

Un “calié” que quería ver sus reacciones, les preguntó qué pasó, pero ellos no le contestaron.

“Vino después Del Villar a buscar el periódico y nos preguntó ¿Se enteraron? Y nosotros callados”. Y con palabras soeces les dijo que era una lección para que vieran que no se podía conspirar contra el jefe.

Ellos no daban crédito al periódico, pues creían que se trataba de una trama más del tirano. Se enteraron realmente de que sus esposas habían sido asesinadas a principio de junio, más de seis meses después del horrendo crimen.

Ajusticiamiento

Por encima de la solitaria, Leandro podía ver el izamiento de la Bandera Nacional y se guiaba para saber cuando eran las 8:00 de la mañana. Ese día no vio nada, al otro día pasó igual, y entonces comienzan a llevar los hermanos De La Maza a la prisión. “Ahí, entonces, le digo a Manolo no hay Bandera, están trayendo a los De La Maza, -Antonio de la Maza, asesinado, fue uno de los ajusticiadores- alguien grande cayó”, recordó Leandro Guzmán.

A Ernesto De La Maza cuando lo fueron a buscar para llevárselo a la Fuerza Área, lo llevaban cargado porque le habían dado tantos golpes que no podía levantarse y no se podía mover, jadeante, lo llevaron cargado.

El coronel Luis José León Estévez, entonces esposo de Angelita Trujillo, hija del tirano, iba todos los días a las 6:00 de la mañana a la cárcel La 40 a recoger la información de las torturas, de lo que habían dicho la noche anterior y, además, llevaba las instrucciones del “Jefe”.

Las noches estaban asociadas al terror en las cárceles que eran centros de torturas.

Al regresar a casa y no encontrar a su esposa
que dolor sintió ''el mundo le cayó encima''

Tras su puesta en libertad, Leandro recuerda que llegó cerca de las 10:00 de la noche a casa de la madre de María Teresa. Describe aquello como una de las cosas más terribles, llegar a una casa y no encontrar a la compañera. “Nos abrazamos con mamá Chea y yo sentí como que el mundo se me cayó arriba”.

“Entonces llegaron los vecinos y todos los del entorno, te estoy hablando después de las 10:00 de la noche. Entonces ahí llegaba mucha gente que venía como a darnos apoyo a nosotros, pero no era más que la tristeza sumada a más tristeza, y yo te voy a ser sincero, no solamente por la soledad, la soledad me lleva a mí a una incertidumbre, con lo que pasó, uno dice ¿Y valió la pena?”.

Con María Teresa, Leandro procreó a Jacqueline. Leandro luego se casó con Yolanda, la viuda de Juan de Dios Ventura Simó, piloto que desertó de la aviación trujillista y que se enroló en la expedición del 14 de junio que vino desde Cuba a combatir la tiranía.

Las 3 hermanas Mirabal, juntas en una misma foto, durante el matrimonio de Leandro Guzmán y María Teresa.

Narra cómo conoció a María Teresa Mirabal

Boda. El matrimonio civil de Leandro Guzmán y María Teresa Mirabal sirvió para una de las más amplias reuniones de sus familias. Aquí figuran las tres hermanas, pocas veces fotografiadas juntas.

“Nosotros nos conocimos en Conuco -Salcedo-, era una niña de 13 años. Yo estaba de vacaciones, nos encontramos en casa de Patria, ya tenía edad de inquietudes, yo tenía 15 años, eso duró 9 años”, respondió Leandro a la pregunta de cómo conoció a María Teresa.

Las muchachas, como recuerda a las hermanas Mirabal, cumplían prisión domiciliaria.

Para salir tenían que pedirle permiso al síndico, y un día pidieron permiso para ir a Salcedo a hacer una compra.

“Nosotros nos conocimos en Conuco –Salcedo–, era una niña de 13 años, yo estaba de vacaciones.” ”

Leandro Guzmán.

Fueron a una tienda de una señora muy conocida en San Francisco de Macorís, y ahí se encontraron con un joven de Santiago de apellido Pichardo.

Entonces, María Teresa lo saludó y le preguntó qué le pasaba a la juventud que estaba tan apagada. Pichardo fue apresado, y a Leandro le advirtieron los agentes del SIM que su esposa seguía “molestando”. Fuente Listin Diario. Vía: Don Luis Mondesi/FB

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