La dificultad para conciliar el sueño no sólo afecta la calidad de vida, sino que también aumenta el riesgo de infarto y de otras afecciones.
Cómo identificarlo a tiempo para evitar que se convierta un trastorno crónico.
La dificultad para conciliar el sueño puede convertirse en la peor pesadilla para quienes buscan una noche de descanso reparador.
Las personas que sufren de insomnio tienden a concentrarse en el deseo de dormir y, cuanto más tratan de lograrlo, mayor es la sensación de frustración y angustia, y más difícil se torna el poder conciliar el sueño.
Cuando se convierte en un trastorno crónico, el insomnio puede incluso afectar la calidad de vida de la persona que lo padece, que se siente cansada y somnolienta durante el día.
Está demostrado que, a largo plazo, el insomnio se asocia con un riesgo mayor de desarrollar enfermedad cardíaca, problemas respiratorios, gastrointestinales y diabetes, entre otras afecciones que son más frecuentes entre las personas con insomnio crónico.
“El insomnio es el más común de todos los desórdenes del sueño y, a la vez, el más prevalente de todos los trastornos de salud mental“, aseguró el doctor Norberto Kriguer, director del Centro de Investigación de la Fatiga Crónica y de la Medicina del Sueño, y ex presidente de la Asociación Argentina de Medicina del sueño.
Definido por la Clasificación Internacional de Trastornos del Sueño (ICSD-2/2004) como “una persistente dificultad en conciliar el sueño, mantenerlo, despertarse muy temprano o no tener un sueño reparador”, el insomnio es extremadamente frecuente.
Según estadísticas del Centro Nacional de Desordenes del Sueño, de los Estados Unidos, entre un 30 y un 40% de las personas experimentarán problemas de insomnio en algún momento del año, y entre un 10 y 15% padecen la forma crónica de la enfermedad.
En la actualidad existen muchas opciones de tratamiento para el insomnio, que incluyen tratamientos farmacológicos y no farmacológicos, como las terapias psicológicas y del comportamiento.
Dentro de los farmacológicos, la utilización de hipnóticos es uno de los más frecuentes, y surgió recientemente una interesante novedad: un medicamento para dormir que se coloca debajo de la lengua (esta forma se llama sublingual) y permite conciliar el sueño en apenas unos pocos minutos, su efecto es casi inmediato.
“La absorción de la droga por esta vía es más rápida y por lo tanto actúa antes que con los comprimidos convencionales”, afirmó el doctor Eduardo de la Puente, director médico de Laboratorios Bagó, compañía que desarrolló la forma sublingual de este hipnótico, cuyo principio activo es el zolpidem.
Estudios de polisomnografía realizados con voluntarios a los que se administró zolpidem sublingual demostraron que el nuevo medicamento inicia el sueño en cuestión de minutos.
Al reducir el tiempo que tarda la persona en conciliar el sueño, su uso diario en pacientes con problemas de insomnio permite mejorar la calidad del sueño, ya que los pacientes experimentan menos despertares durante la noche, aumentando el tiempo total de descanso.
“Para un paciente que se despierta en mitad de la noche o que tiene insomnio ocasional, esto es un gran beneficio pues le permite lograr el sueño antes, con un menor período de latencia entre la toma del medicamento y el inicio del dormir”, destacó De la Puente, y agregó: “Se trata de una droga más segura que los hipnóticos más antiguos, con menor riesgo de abuso o dependencia, sin efectos negativos sobre la memoria y con menos síntomas de la mañana siguiente”.
“Es un medicamento adecuado para ser usado como tratamiento de inicio en pacientes con insomnio, para el tratamiento del insomnio en las personas con trabajos que implican cambios de turnos y como tratamiento de sostén en pacientes con predisposición al insomnio, como son aquellos que se ven afectados por los cambios de luz entre Invierno y verano”, señaló el doctor Javier Domínguez, especialista en medicina del sueño del Hospital Doctor César Milstein.
“El zolpidem sublingual puede resultar beneficioso cuando otros métodos medicamentosos no fueron útiles en los pacientes que se despiertan en medio de la noche o que no pueden conciliar el sueño, o en los que se despiertan muy temprano (4 o 5 horas antes del horario en que acostumbran despertarse)”, afirmó Kriguer.
Para Domínguez, “la forma farmacéutica sublingual y la posibilidad de ajustar el tratamiento de a media dosis facilita la posología para cada caso y para cada día. En nuestra experiencia, usamos esta forma como fortalecimiento de los cambios en las costumbres.
Nos permite usar menos en los días que menos lo necesita y más en el día que es más necesario, como por ejemplo la noche entre domingo y lunes, que es donde más afectado se encuentra el ritmo circadiano por la inercia del fin de semana”.
Un trastorno frecuente
“El insomnio puede presentarse como un síntoma, un desorden o ambos a la vez. Puede incluso comenzar como un síntoma de otro desorden y, con el tiempo, convertirse en un desorden en sí mismo”, explicó Kriguer. Otro de los factores que lo definen es su cronicidad: insomnio agudo es aquel que dura un mes o menos; crónico el que se extiende más allá de los 6 meses; e intermitente, aquel de duración variable.
En América Latina son contados los estudios epidemiológicos sobre el tema, pero los datos disponibles revelan un gran impacto poblacional.
Según una encuesta realizada sobre 1770 pacientes en las ciudades de Buenos Aires, San Pablo y México, el 25,2% de los encuestados dijo tener afectada su calidad de sueño de forma “moderada” a “muy afectada”, mientras que otro 11,3% se declaró “levemente afectado”.
“Es interesante que, sin tener en cuenta la intensidad, dos de cada tres adultos experimentaron dificultades del sueño en el último año con una frecuencia alta (un episodio cada tres noches) –comentó el doctor Kriguer–.
Esto afectaba a todos los grupos de edad, sin diferencia de género; aunque los más afectados y preocupados por su situación fueron las mujeres y las personas mayores de edad”.
Pero más allá de la somnolencia diurna, los trastornos del humor y la mala calidad de vida que conlleva el insomnio, existen numerosos estudios que coinciden en señalar que las personas que lo padecen presentan un riesgo aumentado de padecer enfermedad cardíaca (21,9% entre los insomnes contra el 9,5% en la población sin insomnio), hipertensión (43,1% versus 18,7%), problemas respiratorios (24,8% versus 5,7%), gastrointestinales (33,6% versus 9,2%) y diabetes (13,4% versus 5,0%), entre otras afecciones.
Cómo identificarlo a tiempo para evitar que se convierta un trastorno crónico.
La dificultad para conciliar el sueño puede convertirse en la peor pesadilla para quienes buscan una noche de descanso reparador.
Las personas que sufren de insomnio tienden a concentrarse en el deseo de dormir y, cuanto más tratan de lograrlo, mayor es la sensación de frustración y angustia, y más difícil se torna el poder conciliar el sueño.
Cuando se convierte en un trastorno crónico, el insomnio puede incluso afectar la calidad de vida de la persona que lo padece, que se siente cansada y somnolienta durante el día.
Está demostrado que, a largo plazo, el insomnio se asocia con un riesgo mayor de desarrollar enfermedad cardíaca, problemas respiratorios, gastrointestinales y diabetes, entre otras afecciones que son más frecuentes entre las personas con insomnio crónico.
“El insomnio es el más común de todos los desórdenes del sueño y, a la vez, el más prevalente de todos los trastornos de salud mental“, aseguró el doctor Norberto Kriguer, director del Centro de Investigación de la Fatiga Crónica y de la Medicina del Sueño, y ex presidente de la Asociación Argentina de Medicina del sueño.
Definido por la Clasificación Internacional de Trastornos del Sueño (ICSD-2/2004) como “una persistente dificultad en conciliar el sueño, mantenerlo, despertarse muy temprano o no tener un sueño reparador”, el insomnio es extremadamente frecuente.
Según estadísticas del Centro Nacional de Desordenes del Sueño, de los Estados Unidos, entre un 30 y un 40% de las personas experimentarán problemas de insomnio en algún momento del año, y entre un 10 y 15% padecen la forma crónica de la enfermedad.
En la actualidad existen muchas opciones de tratamiento para el insomnio, que incluyen tratamientos farmacológicos y no farmacológicos, como las terapias psicológicas y del comportamiento.
Dentro de los farmacológicos, la utilización de hipnóticos es uno de los más frecuentes, y surgió recientemente una interesante novedad: un medicamento para dormir que se coloca debajo de la lengua (esta forma se llama sublingual) y permite conciliar el sueño en apenas unos pocos minutos, su efecto es casi inmediato.
“La absorción de la droga por esta vía es más rápida y por lo tanto actúa antes que con los comprimidos convencionales”, afirmó el doctor Eduardo de la Puente, director médico de Laboratorios Bagó, compañía que desarrolló la forma sublingual de este hipnótico, cuyo principio activo es el zolpidem.
Estudios de polisomnografía realizados con voluntarios a los que se administró zolpidem sublingual demostraron que el nuevo medicamento inicia el sueño en cuestión de minutos.
Al reducir el tiempo que tarda la persona en conciliar el sueño, su uso diario en pacientes con problemas de insomnio permite mejorar la calidad del sueño, ya que los pacientes experimentan menos despertares durante la noche, aumentando el tiempo total de descanso.
“Para un paciente que se despierta en mitad de la noche o que tiene insomnio ocasional, esto es un gran beneficio pues le permite lograr el sueño antes, con un menor período de latencia entre la toma del medicamento y el inicio del dormir”, destacó De la Puente, y agregó: “Se trata de una droga más segura que los hipnóticos más antiguos, con menor riesgo de abuso o dependencia, sin efectos negativos sobre la memoria y con menos síntomas de la mañana siguiente”.
“Es un medicamento adecuado para ser usado como tratamiento de inicio en pacientes con insomnio, para el tratamiento del insomnio en las personas con trabajos que implican cambios de turnos y como tratamiento de sostén en pacientes con predisposición al insomnio, como son aquellos que se ven afectados por los cambios de luz entre Invierno y verano”, señaló el doctor Javier Domínguez, especialista en medicina del sueño del Hospital Doctor César Milstein.
“El zolpidem sublingual puede resultar beneficioso cuando otros métodos medicamentosos no fueron útiles en los pacientes que se despiertan en medio de la noche o que no pueden conciliar el sueño, o en los que se despiertan muy temprano (4 o 5 horas antes del horario en que acostumbran despertarse)”, afirmó Kriguer.
Para Domínguez, “la forma farmacéutica sublingual y la posibilidad de ajustar el tratamiento de a media dosis facilita la posología para cada caso y para cada día. En nuestra experiencia, usamos esta forma como fortalecimiento de los cambios en las costumbres.
Nos permite usar menos en los días que menos lo necesita y más en el día que es más necesario, como por ejemplo la noche entre domingo y lunes, que es donde más afectado se encuentra el ritmo circadiano por la inercia del fin de semana”.
Un trastorno frecuente
“El insomnio puede presentarse como un síntoma, un desorden o ambos a la vez. Puede incluso comenzar como un síntoma de otro desorden y, con el tiempo, convertirse en un desorden en sí mismo”, explicó Kriguer. Otro de los factores que lo definen es su cronicidad: insomnio agudo es aquel que dura un mes o menos; crónico el que se extiende más allá de los 6 meses; e intermitente, aquel de duración variable.
En América Latina son contados los estudios epidemiológicos sobre el tema, pero los datos disponibles revelan un gran impacto poblacional.
Según una encuesta realizada sobre 1770 pacientes en las ciudades de Buenos Aires, San Pablo y México, el 25,2% de los encuestados dijo tener afectada su calidad de sueño de forma “moderada” a “muy afectada”, mientras que otro 11,3% se declaró “levemente afectado”.
“Es interesante que, sin tener en cuenta la intensidad, dos de cada tres adultos experimentaron dificultades del sueño en el último año con una frecuencia alta (un episodio cada tres noches) –comentó el doctor Kriguer–.
Esto afectaba a todos los grupos de edad, sin diferencia de género; aunque los más afectados y preocupados por su situación fueron las mujeres y las personas mayores de edad”.
Pero más allá de la somnolencia diurna, los trastornos del humor y la mala calidad de vida que conlleva el insomnio, existen numerosos estudios que coinciden en señalar que las personas que lo padecen presentan un riesgo aumentado de padecer enfermedad cardíaca (21,9% entre los insomnes contra el 9,5% en la población sin insomnio), hipertensión (43,1% versus 18,7%), problemas respiratorios (24,8% versus 5,7%), gastrointestinales (33,6% versus 9,2%) y diabetes (13,4% versus 5,0%), entre otras afecciones.
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