Por: Johan Rosario
Bolívar Balcácer es un vate de la comunicación. Aún cuando reprende hace poesía, y esa es una condición sólo reservada para mentes mayores.
"El silencio es un perfecto
incitador, peroun pésimo
mediador."
Andre Sandoval
Una tarde cualquiera de 2008 lo descubrí. O él me descubrió a mí. Se celebraba entonces la segunda versión de la Feria Anual que patrocina en Nueva York la Secretaría de Cultura Dominicana.
Con gran respeto y cortesía se me acercó. -Maestro -me dijo de entrada- sigo su programa. Soy Bolívar Balcácer.
Ya había escuchado ese nombre en boca de varios amigos en común, pero aún no conocía cara a cara al dueño de la granada pluma que a más de un bandido, de acuerdo a los informes que tenía, había lanzado al piso sin piedad ni contemplaciones.
Conversamos de muy buen ánimo sobre diversos tópicos, fundamentalmente políticos, y supe desde ese primer encuentro que se fundaría entre nosotros una amistad sana y descontaminada (algo inusitado y raro en estas áridas tierras, tan llenas de payasos que aman los huecos abrazos y el oropel sin contenido y en la que, por lo general, las sonrisas de acordeón son la cosa más peligrosa del mundo).
Se trataba, pude inferir rápidamente, de un hombre dotado de serias y aceradas convicciones, que no comulgaba con lo mal hecho y que ciertamente tenía un estilo periodístico incisivo e implacable.
Luego de este primer acercamiento me asomé mejor a su mundo, visité el portal martilloyclavo.com que con acierto preside y, en efecto, pude refrendar allí lo que con insistencia me habían dicho y la impresión primera que de él me forjé: se trataba de un periodista intransigente con lo que consideraba mal, duro y mordaz, pero por encima de eso, y más importante todavía: humano y sincero. Fuente: La Hora Latina.net
Bolívar Balcácer es un vate de la comunicación. Aún cuando reprende hace poesía, y esa es una condición sólo reservada para mentes mayores.
"El silencio es un perfecto
incitador, peroun pésimo
mediador."
Andre Sandoval
Una tarde cualquiera de 2008 lo descubrí. O él me descubrió a mí. Se celebraba entonces la segunda versión de la Feria Anual que patrocina en Nueva York la Secretaría de Cultura Dominicana.
Con gran respeto y cortesía se me acercó. -Maestro -me dijo de entrada- sigo su programa. Soy Bolívar Balcácer.
Ya había escuchado ese nombre en boca de varios amigos en común, pero aún no conocía cara a cara al dueño de la granada pluma que a más de un bandido, de acuerdo a los informes que tenía, había lanzado al piso sin piedad ni contemplaciones.
Conversamos de muy buen ánimo sobre diversos tópicos, fundamentalmente políticos, y supe desde ese primer encuentro que se fundaría entre nosotros una amistad sana y descontaminada (algo inusitado y raro en estas áridas tierras, tan llenas de payasos que aman los huecos abrazos y el oropel sin contenido y en la que, por lo general, las sonrisas de acordeón son la cosa más peligrosa del mundo).
Se trataba, pude inferir rápidamente, de un hombre dotado de serias y aceradas convicciones, que no comulgaba con lo mal hecho y que ciertamente tenía un estilo periodístico incisivo e implacable.
Luego de este primer acercamiento me asomé mejor a su mundo, visité el portal martilloyclavo.com que con acierto preside y, en efecto, pude refrendar allí lo que con insistencia me habían dicho y la impresión primera que de él me forjé: se trataba de un periodista intransigente con lo que consideraba mal, duro y mordaz, pero por encima de eso, y más importante todavía: humano y sincero. Fuente: La Hora Latina.net
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