Explosiones en escuelas y otros hechos de violencia se repitieron antes de los comicios de este domingo, a los cuales el depuesto presidente Zelaya, llamó a sus compatriotas a no acudir.
Honduras se preparó el sábado para las controvertidas elecciones generales de hoy, en medio de un aumento en los reportes de hechos de violencia que enturbiarían el ambiente de cara a la votación.
Autoridades informaron la detonación de un artefacto explosivo en una zona comercial de la norteña ciudad de San Pedro Sula, y de otra que habría causado daños en una escuela de la población de Lepaera, en la provincia de Lempira.
Las escuelas son tradicionalmente utilizadas como centros de votación en el empobrecido país centroamericano de 7.8 millones de habitantes. Las autoridades también reportaron daños por un explosivo en la sede de una emisora de radio en la capital, Tegucigalpa.
Ninguna de las detonaciones dejó víctimas, pero se sumaron a cuatro atentados contra centros de votación ocurridos el viernes en San Pedro Sula. La noche del viernes, militares dispararon contra tres hombres que viajaban en una camioneta y no se detuvieron en un retén ubicado cerca del Estado Mayor del Ejército, a pocas cuadras del centro de Tegucigalpa.
Uno de ellos resultó herido en la cabeza y se encuentra grave, informó la policía. Mientras el depuesto presidente Manuel Zelaya ha pedido a los hondureños no participar en los comicios, que asegura son ilegales, el Gobierno de facto de Roberto Micheletti –que asumió el poder tras el derrocamiento de Zelaya- llam a los votantes a no quedarse en sus casas.
"Yo le pido al pueblo hondureño en forma honesta, no colaboren, no participen, no avalen un proceso electoral que va a ser un tragedia para el pueblo hondureño", dijo Zelaya a la emisora Radio Globo, uno de los pocos medios afines al mandatario que están en el aire.
Zelaya, expulsado hacia Costa Rica el 28 de junio por militares, volvió en secreto al país en septiembre y desde entonces está refugiado en la embajada de Brasil en Tegucigalpa, rodeado por militares.
Ángela Ramos, una vendedora de pupusas -plato tradicional de Honduras- dijo en un mercado agrícola de la capital que no irá a votar "con el presidente ahí encerrado". La mujer, madre de cuatro hijos, dijo temer hechos de violencia el domingo.
"Ojalá no pase nada, pero creo que hay mucha gente dolida" con lo que le pasó a Zelaya. Los dos principales candidatos a la presidencia, el opositor Porfirio Lobo del Partido Nacional y Elvin Santos, del Partido Liberal al que pertenece Zelaya pero que se distanció del mandatario depuesto, creen que las elecciones servirán para devolver al país a la normalidad.
Santos advirtió de grupos que quieren desestabilizar la elección, aunque no aludió directamente a Zelaya. "Un grupúsculo está tratando de que no vayan a votar, por eso están lanzando granadas", dijo en una conferencia de prensa, y pidió a los países que rechazan los comicios, como Brasil, revisar su posición.
Por su parte Lobo, el favorito del electorado según encuestas de octubre, confió en lograr el reconocimiento internacional, a pesar de que una mayoría de países latinoamericanos, con Brasil a la cabeza, han rechazado de plano reconocer a quien resulte electo el domingo.
"El reconocimiento se va a ir dando. Algunos países se tardarán mucho más", dijo Lobo a periodistas el sábado. Angel Flores, un empleado de la alcaldía de Tegucigalpa de 44 años, dijo que "hay que ir a votar para cuidar la democracia", a pesar de los temores que han generado la seguidilla de explosiones en los centros de votación.
"El señor (Zelaya) y su gente son una bomba de tiempo, no se sabe nunca qué puede pasar, van a tratar de atemorizar un poco a la gente", añadió. Organizaciones internacionales han expresado preocupación por la situación de los derechos humanos y de la libertad de expresión, luego de que las autoridades cerraron temporalmente radios y estaciones de televisión afectas a Zelaya durante los meses que siguieron al golpe de Estado.
Organismos que tradicionalmente observan las elecciones de la región, como la Organización de Estados Americanos (OEA) y el estadounidense Centro Carter, no enviaron delegaciones a los comicios hondureños.
Nicaragua, vecino de Honduras y cuyo presidente, el izquierdista Daniel Ortega, recibió a Zelaya después del golpe, cerró de manera "preventiva" su frontera el sábado, hasta las 18 del domingo, dijo a Reuters una fuente de inteligencia nicaragüense, que solicitó el anonimato.
El golpe de Estado fue condenado globalmente y Honduras quedó aislada del mundo mientras Latinoamérica y Estados Unidos, entre otros, exigían la restitución de Zelaya.
Pero Washington, así como los gobiernos de Panamá, Perú y Costa Rica, han suavizado desde entonces su posición y han dicho que reconocerían las elecciones, abriendo un camino hacia la normalización de la situación en el país. Fuente: Reuters
Honduras se preparó el sábado para las controvertidas elecciones generales de hoy, en medio de un aumento en los reportes de hechos de violencia que enturbiarían el ambiente de cara a la votación.
Autoridades informaron la detonación de un artefacto explosivo en una zona comercial de la norteña ciudad de San Pedro Sula, y de otra que habría causado daños en una escuela de la población de Lepaera, en la provincia de Lempira.
Las escuelas son tradicionalmente utilizadas como centros de votación en el empobrecido país centroamericano de 7.8 millones de habitantes. Las autoridades también reportaron daños por un explosivo en la sede de una emisora de radio en la capital, Tegucigalpa.
Ninguna de las detonaciones dejó víctimas, pero se sumaron a cuatro atentados contra centros de votación ocurridos el viernes en San Pedro Sula. La noche del viernes, militares dispararon contra tres hombres que viajaban en una camioneta y no se detuvieron en un retén ubicado cerca del Estado Mayor del Ejército, a pocas cuadras del centro de Tegucigalpa.
Uno de ellos resultó herido en la cabeza y se encuentra grave, informó la policía. Mientras el depuesto presidente Manuel Zelaya ha pedido a los hondureños no participar en los comicios, que asegura son ilegales, el Gobierno de facto de Roberto Micheletti –que asumió el poder tras el derrocamiento de Zelaya- llam a los votantes a no quedarse en sus casas.
"Yo le pido al pueblo hondureño en forma honesta, no colaboren, no participen, no avalen un proceso electoral que va a ser un tragedia para el pueblo hondureño", dijo Zelaya a la emisora Radio Globo, uno de los pocos medios afines al mandatario que están en el aire.
Zelaya, expulsado hacia Costa Rica el 28 de junio por militares, volvió en secreto al país en septiembre y desde entonces está refugiado en la embajada de Brasil en Tegucigalpa, rodeado por militares.
Ángela Ramos, una vendedora de pupusas -plato tradicional de Honduras- dijo en un mercado agrícola de la capital que no irá a votar "con el presidente ahí encerrado". La mujer, madre de cuatro hijos, dijo temer hechos de violencia el domingo.
"Ojalá no pase nada, pero creo que hay mucha gente dolida" con lo que le pasó a Zelaya. Los dos principales candidatos a la presidencia, el opositor Porfirio Lobo del Partido Nacional y Elvin Santos, del Partido Liberal al que pertenece Zelaya pero que se distanció del mandatario depuesto, creen que las elecciones servirán para devolver al país a la normalidad.
Santos advirtió de grupos que quieren desestabilizar la elección, aunque no aludió directamente a Zelaya. "Un grupúsculo está tratando de que no vayan a votar, por eso están lanzando granadas", dijo en una conferencia de prensa, y pidió a los países que rechazan los comicios, como Brasil, revisar su posición.
Por su parte Lobo, el favorito del electorado según encuestas de octubre, confió en lograr el reconocimiento internacional, a pesar de que una mayoría de países latinoamericanos, con Brasil a la cabeza, han rechazado de plano reconocer a quien resulte electo el domingo.
"El reconocimiento se va a ir dando. Algunos países se tardarán mucho más", dijo Lobo a periodistas el sábado. Angel Flores, un empleado de la alcaldía de Tegucigalpa de 44 años, dijo que "hay que ir a votar para cuidar la democracia", a pesar de los temores que han generado la seguidilla de explosiones en los centros de votación.
"El señor (Zelaya) y su gente son una bomba de tiempo, no se sabe nunca qué puede pasar, van a tratar de atemorizar un poco a la gente", añadió. Organizaciones internacionales han expresado preocupación por la situación de los derechos humanos y de la libertad de expresión, luego de que las autoridades cerraron temporalmente radios y estaciones de televisión afectas a Zelaya durante los meses que siguieron al golpe de Estado.
Organismos que tradicionalmente observan las elecciones de la región, como la Organización de Estados Americanos (OEA) y el estadounidense Centro Carter, no enviaron delegaciones a los comicios hondureños.
Nicaragua, vecino de Honduras y cuyo presidente, el izquierdista Daniel Ortega, recibió a Zelaya después del golpe, cerró de manera "preventiva" su frontera el sábado, hasta las 18 del domingo, dijo a Reuters una fuente de inteligencia nicaragüense, que solicitó el anonimato.
El golpe de Estado fue condenado globalmente y Honduras quedó aislada del mundo mientras Latinoamérica y Estados Unidos, entre otros, exigían la restitución de Zelaya.
Pero Washington, así como los gobiernos de Panamá, Perú y Costa Rica, han suavizado desde entonces su posición y han dicho que reconocerían las elecciones, abriendo un camino hacia la normalización de la situación en el país. Fuente: Reuters
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