El Papa Benedicto XVI hizo ayer, en lo que fue su primera salida del Vaticano tras la agresión que sufrió en la Misa de Gallo.
Dio regalos a varios niños
Benedicto XVI se trasladó ayer a la comunidad de Sant'Egidio", en el barrio romano de Trastévere, para comer con 150 pobres, en su primera salida del Vaticano tras el incidente de la Misa del Gallo, cuando fue empujado y tirado al suelo por una mujer que saltó una valla de la basílica de San Pedro.
Esta primera salida tras el incidente protagonizado por Susanna Maiolo, de 25 años, al parecer con problemas psíquicos, puso a prueba a la seguridad vaticana e italiana, que formaron un discreto pero fuerte cordón alrededor del Papa, quien no obstante lo rompió para acercarse a saludar a los presentes, entre ellos muchos niños.
Benedicto XVI fue recibido por el fundador de Sant'Egidio, Andrea Riccardi, que le acompañó hasta el comedor de esta organización humanitaria católica, que sólo en la sede donde ayer comió el Papa sirve todos los días 1.200 comidas, el 75% a extranjeros.
El Papa comparó a los inmigrantes, pobres y sin techos con Jesús y la Familia de Nazaret, "por las dificultades y estrecheces sufridas al no encontrar hospitalidad y verse obligados a emigrar".
"En este momento de dificultades económicas, todos deben ser testigos de esperanza, rechazando las tentaciones de un egoísmo que sólo da tristeza y alegrías efímeras y deja los corazones vacíos", agregó.
En esta ocasión comieron 150 "sin techo" junto al Papa, que se sentó teniendo a un lado al refugiado afgano Qorbanali Esamil, de 34 años, musulmán chiíta.
En la mesa también se sentaron el gitano Boban Trajckovic, de 24 años, cristiano ortodoxo, junto con toda su familia, formada por su esposa, Dragana, y dos niños de 3 y 6 años. La familia vive en un campo nómada gitano de las afueras de Roma.
También comieron con el Papa Peppino Scarsella, de 90 años, Marisa Saulle, de 82, ambos italianos, sin familia y con pensiones que no le cubren sus necesidades, así como el católico nigeriano Caius Cajetan Onjema, de 35, que llegó de manera irregular a Italia tras atravesar el desierto de Libia y recientemente obtuvo el permiso de estancia regular.
Una somalí de 63 años, Roukia Daud Adbull, así como Antonio Siracusa, de 52 y Aniello Bosco, de 25, ambos en sillas de rueda, abandonados por sus familias y que viven gracias a la caridad de Sant'Egidio también compartieron mesa y mantel con el Pontífice. A la comida asistieron un total de 31 niños, a los que el Papa entregó sendos regalos al final de la misma.
El menú fue el típico romano de estas fechas navideñas: lasaña al horno, "polpettine" (albóndigas) de carne, pastel de patata, lentejas, dulces de Navidad, fruta y spumante, el cava italiano.
Benedicto XVI se trasladó ayer a la comunidad de Sant'Egidio", en el barrio romano de Trastévere, para comer con 150 pobres, en su primera salida del Vaticano tras el incidente de la Misa del Gallo, cuando fue empujado y tirado al suelo por una mujer que saltó una valla de la basílica de San Pedro.
Esta primera salida tras el incidente protagonizado por Susanna Maiolo, de 25 años, al parecer con problemas psíquicos, puso a prueba a la seguridad vaticana e italiana, que formaron un discreto pero fuerte cordón alrededor del Papa, quien no obstante lo rompió para acercarse a saludar a los presentes, entre ellos muchos niños.
Benedicto XVI fue recibido por el fundador de Sant'Egidio, Andrea Riccardi, que le acompañó hasta el comedor de esta organización humanitaria católica, que sólo en la sede donde ayer comió el Papa sirve todos los días 1.200 comidas, el 75% a extranjeros.
El Papa comparó a los inmigrantes, pobres y sin techos con Jesús y la Familia de Nazaret, "por las dificultades y estrecheces sufridas al no encontrar hospitalidad y verse obligados a emigrar".
"En este momento de dificultades económicas, todos deben ser testigos de esperanza, rechazando las tentaciones de un egoísmo que sólo da tristeza y alegrías efímeras y deja los corazones vacíos", agregó.
En esta ocasión comieron 150 "sin techo" junto al Papa, que se sentó teniendo a un lado al refugiado afgano Qorbanali Esamil, de 34 años, musulmán chiíta.
En la mesa también se sentaron el gitano Boban Trajckovic, de 24 años, cristiano ortodoxo, junto con toda su familia, formada por su esposa, Dragana, y dos niños de 3 y 6 años. La familia vive en un campo nómada gitano de las afueras de Roma.
También comieron con el Papa Peppino Scarsella, de 90 años, Marisa Saulle, de 82, ambos italianos, sin familia y con pensiones que no le cubren sus necesidades, así como el católico nigeriano Caius Cajetan Onjema, de 35, que llegó de manera irregular a Italia tras atravesar el desierto de Libia y recientemente obtuvo el permiso de estancia regular.
Una somalí de 63 años, Roukia Daud Adbull, así como Antonio Siracusa, de 52 y Aniello Bosco, de 25, ambos en sillas de rueda, abandonados por sus familias y que viven gracias a la caridad de Sant'Egidio también compartieron mesa y mantel con el Pontífice. A la comida asistieron un total de 31 niños, a los que el Papa entregó sendos regalos al final de la misma.
El menú fue el típico romano de estas fechas navideñas: lasaña al horno, "polpettine" (albóndigas) de carne, pastel de patata, lentejas, dulces de Navidad, fruta y spumante, el cava italiano.
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