Ante una Basílica de San Pedro repleta, Benedicto XVI presidió la tradicional Misa de Gallo, que este año se adelantó dos horas y se rompió la costumbre de realizarla a la medianoche.
El sumo pontífice sufrió una ligera caída al comenzar la misa cuando una mujer salto la barrera de protección
En la homilía de la celebración eucarística navideña, Benedicto XVI recordó el papel de los pastores hace más de dos mil años, a quienes les llegó el anuncio del nacimiento de Cristo porque se mantuvieron vigilantes y no dormían.
Aseguró que, en la actualidad, muchas personas viven como en un sueño, en su "mundo particular", encerrados en sí mismos sin poder comunicarse con los demás.
"El conflicto en el mundo y la imposibilidad de conciliación recíproca son consecuencias de estar encerrados en nuestros propios intereses y en las opiniones personales, en nuestro minúsculo mundo privado", dijo en italiano.
"El egoísmo, tanto del grupo como el individual, nos tiene prisioneros de nuestros intereses y deseos, que contrastan con la verdad y nos dividen unos a otros. Despertar, nos dice el evangelio. Salir para entrar en la comunión del único Dios", agregó.
El Papa indicó que "despertar" significa escuchar a Dios y darle un espacio en la vida diaria, mientras la mentalidad del mundo actual y la variedad de las diversas experiencias son capaces de reducir la sensibilidad para con él.
Lamentó que la mayoría de los hombres no consideren una prioridad las cosas espirituales y que, incluso los mismos católicos, como la "inmensa mayoría", estén "bien dispuestos" a posponerlas.
"Se hace ante todo lo que aquí y ahora parece urgente. En la lista de prioridades, Dios se encuentra frecuentemente casi en último lugar. Esto (se piensa que) siempre se podrá hacer", constató.
"Pero el Evangelio nos dice: Dios tiene la máxima prioridad. Así, pues, si algo en nuestra vida merece premura sin tardanza, es solamente la causa de Dios", subrayó.
El pontífice sostuvo que los pastores demuestran que es importante no dejarse subyugar por las urgencias cotidianas, porque el tiempo dedicado a la espiritualidad nunca es tiempo perdido.
"Queremos aprender de ellos la libertad interior de poner en segundo plano otras ocupaciones -por más importantes que sean-, para encaminarnos hacia Dios, para dejar que entre en nuestra vida y en nuestro tiempo", auguró.
El Papa también destacó que el signo característico de Jesús es la humildad, que invita a la fe y al amor y, por eso, da esperanza: "Dios es así. Él tiene el poder y es la bondad. Nos invita a ser semejantes a él".
Pidió a todos hacerse semejantes a Cristo, aprender la humildad y, de este modo, la verdadera grandeza de quien renuncia a la violencia y usa sólo las armas de la verdad y del amor.
"Por esto queremos pedir en esta Noche Santa. Señor Jesucristo, tú que has nacido en Belén, ven con nosotros. Entra en mí, en mi alma. Transfórmame. Renuévame", imploró.
"Haz que yo y todos nosotros, de madera y piedra, nos convirtamos en personas vivas, en las que tu amor se hace presente y el mundo es transformado", agregó.
El sumo pontífice sufrió una ligera caída al comenzar la misa cuando una mujer salto la barrera de protección
En la homilía de la celebración eucarística navideña, Benedicto XVI recordó el papel de los pastores hace más de dos mil años, a quienes les llegó el anuncio del nacimiento de Cristo porque se mantuvieron vigilantes y no dormían.
Aseguró que, en la actualidad, muchas personas viven como en un sueño, en su "mundo particular", encerrados en sí mismos sin poder comunicarse con los demás.
"El conflicto en el mundo y la imposibilidad de conciliación recíproca son consecuencias de estar encerrados en nuestros propios intereses y en las opiniones personales, en nuestro minúsculo mundo privado", dijo en italiano.
"El egoísmo, tanto del grupo como el individual, nos tiene prisioneros de nuestros intereses y deseos, que contrastan con la verdad y nos dividen unos a otros. Despertar, nos dice el evangelio. Salir para entrar en la comunión del único Dios", agregó.
El Papa indicó que "despertar" significa escuchar a Dios y darle un espacio en la vida diaria, mientras la mentalidad del mundo actual y la variedad de las diversas experiencias son capaces de reducir la sensibilidad para con él.
Lamentó que la mayoría de los hombres no consideren una prioridad las cosas espirituales y que, incluso los mismos católicos, como la "inmensa mayoría", estén "bien dispuestos" a posponerlas.
"Se hace ante todo lo que aquí y ahora parece urgente. En la lista de prioridades, Dios se encuentra frecuentemente casi en último lugar. Esto (se piensa que) siempre se podrá hacer", constató.
"Pero el Evangelio nos dice: Dios tiene la máxima prioridad. Así, pues, si algo en nuestra vida merece premura sin tardanza, es solamente la causa de Dios", subrayó.
El pontífice sostuvo que los pastores demuestran que es importante no dejarse subyugar por las urgencias cotidianas, porque el tiempo dedicado a la espiritualidad nunca es tiempo perdido.
"Queremos aprender de ellos la libertad interior de poner en segundo plano otras ocupaciones -por más importantes que sean-, para encaminarnos hacia Dios, para dejar que entre en nuestra vida y en nuestro tiempo", auguró.
El Papa también destacó que el signo característico de Jesús es la humildad, que invita a la fe y al amor y, por eso, da esperanza: "Dios es así. Él tiene el poder y es la bondad. Nos invita a ser semejantes a él".
Pidió a todos hacerse semejantes a Cristo, aprender la humildad y, de este modo, la verdadera grandeza de quien renuncia a la violencia y usa sólo las armas de la verdad y del amor.
"Por esto queremos pedir en esta Noche Santa. Señor Jesucristo, tú que has nacido en Belén, ven con nosotros. Entra en mí, en mi alma. Transfórmame. Renuévame", imploró.
"Haz que yo y todos nosotros, de madera y piedra, nos convirtamos en personas vivas, en las que tu amor se hace presente y el mundo es transformado", agregó.
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