Pese a que estaban previstas para marzo, las tormentas se adelantaron varias semanas e inundaron zonas donde acampan miles de haitianos que perdieron todo, tras el devastador terremoto que mató el 12 de enero a al menos 200 mil personas.
Hoy se cumple un mes del tremendo sismo de 7,2 grados en la escala de Ritcher que destruyó a Haití, el país más pobre de América y la situación, lejos de mejorar, vuelve a agravarse con la llegada de las fuertes lluvias.
El temporal que azotó la capital ayer inundó el Camp de Mars, el parque donde comparten espacio miles de haitianos sin techo. "Se nos mojó todo”, exclamó Pierre Richard en diálogo con el diario español El País.
Y subrayó: “Aquí nadie distribuyó nada. Ni comida ni colchones. No podemos seguir las instrucciones porque no hay electricidad ni radios. Nos sentimos abandonados", reclamó el haitiano.
"La gente sigue teniendo mucho miedo; miedo a las replicas del terremoto, a que los ladrones entren en sus casas, a las lluvias", contó al periódico El Mundo Sor Pilar, enfermera del Centro María Magdalena, en el barrio Silver La Plane, a dos kilómetros del centro de Puerto Príncipe.
De acuerdo a la descripción de los matutinos, miles de hombres y mujeres todavía compiten por un poco de agua para lavarse los dientes y enjabonarse la cara. “Los niños corren y juegan como si esta miseria no fuera tan distinta de la de antes”, asevera El País.
En Haití, el 80% de su población vive debajo del umbral de la pobreza y con un dólar diario. El responsable de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) sostuvo al periódico que la inseguridad impide la distribución de ayuda en muchos lugares.
"Hay aldeas a sólo 45 minutos de Puerto Príncipe que recibieron comida hace tres semanas y no han vuelto a tener nada", alertó. Para el responsable de la OIM, "estamos ante una crisis mayúscula".
Según su descripción, hay más de un millón y medio de desplazados en todo el país, casi el triple del tsunami.
“Aquí la tragedia está concentrada en un solo país en el que las instituciones del Estado han desaparecido. No hay autoridad ni organización social alguna”, cuestionó.
La ONU trata de organizar puntos de distribución a los que sólo acuden mujeres. En esa tarea, y en otras, ayudan unos 9.000 cascos azules y 13.000 marines norteamericanos.
Hoy se cumple un mes del tremendo sismo de 7,2 grados en la escala de Ritcher que destruyó a Haití, el país más pobre de América y la situación, lejos de mejorar, vuelve a agravarse con la llegada de las fuertes lluvias.
El temporal que azotó la capital ayer inundó el Camp de Mars, el parque donde comparten espacio miles de haitianos sin techo. "Se nos mojó todo”, exclamó Pierre Richard en diálogo con el diario español El País.
Y subrayó: “Aquí nadie distribuyó nada. Ni comida ni colchones. No podemos seguir las instrucciones porque no hay electricidad ni radios. Nos sentimos abandonados", reclamó el haitiano.
"La gente sigue teniendo mucho miedo; miedo a las replicas del terremoto, a que los ladrones entren en sus casas, a las lluvias", contó al periódico El Mundo Sor Pilar, enfermera del Centro María Magdalena, en el barrio Silver La Plane, a dos kilómetros del centro de Puerto Príncipe.
De acuerdo a la descripción de los matutinos, miles de hombres y mujeres todavía compiten por un poco de agua para lavarse los dientes y enjabonarse la cara. “Los niños corren y juegan como si esta miseria no fuera tan distinta de la de antes”, asevera El País.
En Haití, el 80% de su población vive debajo del umbral de la pobreza y con un dólar diario. El responsable de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) sostuvo al periódico que la inseguridad impide la distribución de ayuda en muchos lugares.
"Hay aldeas a sólo 45 minutos de Puerto Príncipe que recibieron comida hace tres semanas y no han vuelto a tener nada", alertó. Para el responsable de la OIM, "estamos ante una crisis mayúscula".
Según su descripción, hay más de un millón y medio de desplazados en todo el país, casi el triple del tsunami.
“Aquí la tragedia está concentrada en un solo país en el que las instituciones del Estado han desaparecido. No hay autoridad ni organización social alguna”, cuestionó.
La ONU trata de organizar puntos de distribución a los que sólo acuden mujeres. En esa tarea, y en otras, ayudan unos 9.000 cascos azules y 13.000 marines norteamericanos.
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