El diario español El País consigna a Ciudad Juárez, en México; Caracas, en Venezuela y Medellín, en Colombia, como las metrópolis de la región que comparten un dramático récord de crimen.
"En Ciudad Juárez y en Caracas, para escribir de la vida hay que irse a la puerta de la morgue, muy de mañana, cuando de los barrios sin asfaltar van bajando mujeres jóvenes que ya son abuelas acompañadas de nietos que ya son huérfanos", narra el diario español El País.
Sin embargo, hace una distinción entre las tres ciudades y separa a Medellín. Para el diario español, la ciudad colombiana es la única que provoca esperanzas.
"En la tierra de Pablo Escobar y de la Virgen de los Sicarios, ya va siendo posible escribir de la vida en la puerta de un colegio público o junto a una cancha, también pública, de césped artificial.
Medellín, junto a Cali, dio cobijo hace dos décadas a uno de los carteles más poderosos de Colombia y ahora lucha por salir adelante mediante una apuesta decidida por la educación y el deporte", afirma.
"Caracas es, en cambio, la violencia porque sí, la violencia más descarnada, muchachos contra muchachos luchando por cuatro calles de miseria.
Cadáveres amontonados en la morgue de Bello Monte, ataúdes gratuitos para los pobres, barrios en los que la policía entregó el control a los pandilleros, la revolución de la desesperanza", narra el diario y deja en evidencia las deficiencias en materia de seguridad ciudadana que tiene el modelo de Hugo Chávez.
Pero la situación más tétrica, el fantasma de la región es Ciudad Juárez. Para El País, la urbe mexicana "es todo eso y mucho más. Es un estado de sitio permanente e inútil. Miles de policías y soldados convertidos en sepultureros de lujo. Es el compendio fatal de todas las calamidades que azotan a un país sumido en una lucha de todos contra todos.
Los carteles de la droga luchando entre sí, ya no solo por los corredores hacia Estados Unidos, sino por cada esquina, por cada plaza. Y luchando a su vez contra una policía ineficaz -inservible tras décadas de corrupción- y contra un Ejército desbordado".
Y agrega que para terminar de completar el cuadro del desastre, cientos de grupos de delincuentes más o menos organizados se están aprovechando del desbarajuste y de la impunidad más absoluta -el 95% de los delitos que se cometen en México no encuentra castigo- para saquear, cuando no matar, a la población indefensa.
El Estado de Chihuahua, que gozó de gran esplendor durante los últimos 20 años. Las empresas manufactureras, y también los carteles de la droga, supieron aprovechar la estratégica ubicación de la ciudad, justo en el centro de los 3.000 kilómetros de frontera que separan México de Estados Unidos.
Decidieron contratar a mujeres porque consideraron que con sus manos pequeñas serían más eficaces a la hora de ensamblar las piezas.
O tal vez porque les pagaban menos que a los hombres, el caso es que miles de mujeres de todo el país empezaron a llegar a Juárez. "Mujeres jóvenes, mujeres sin recursos, mujeres solas.
En enero de 1993 empezaron a matarlas. Alma Chavira fue la primera de una larga lista de niñas y de mujeres torturadas, violadas, asesinadas.
No hay cifras exactas de la magnitud de la tragedia, pero lo que sí existe es la convicción -avalada por una sentencia reciente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos- de que las autoridades de entonces no hicieron lo necesario por investigar aquellos crímenes", se puede leer en el artículo.
Hoy por hoy, Juárez, Caracas y Medellín siguen hermanadas por la violencia. Pero la ciudad colombiana lucha cada mañana por convertirse en hija única de la esperanza. Fuente: IBD/Reuters
"En Ciudad Juárez y en Caracas, para escribir de la vida hay que irse a la puerta de la morgue, muy de mañana, cuando de los barrios sin asfaltar van bajando mujeres jóvenes que ya son abuelas acompañadas de nietos que ya son huérfanos", narra el diario español El País.
Sin embargo, hace una distinción entre las tres ciudades y separa a Medellín. Para el diario español, la ciudad colombiana es la única que provoca esperanzas.
"En la tierra de Pablo Escobar y de la Virgen de los Sicarios, ya va siendo posible escribir de la vida en la puerta de un colegio público o junto a una cancha, también pública, de césped artificial.
Medellín, junto a Cali, dio cobijo hace dos décadas a uno de los carteles más poderosos de Colombia y ahora lucha por salir adelante mediante una apuesta decidida por la educación y el deporte", afirma.
"Caracas es, en cambio, la violencia porque sí, la violencia más descarnada, muchachos contra muchachos luchando por cuatro calles de miseria.
Cadáveres amontonados en la morgue de Bello Monte, ataúdes gratuitos para los pobres, barrios en los que la policía entregó el control a los pandilleros, la revolución de la desesperanza", narra el diario y deja en evidencia las deficiencias en materia de seguridad ciudadana que tiene el modelo de Hugo Chávez.
Pero la situación más tétrica, el fantasma de la región es Ciudad Juárez. Para El País, la urbe mexicana "es todo eso y mucho más. Es un estado de sitio permanente e inútil. Miles de policías y soldados convertidos en sepultureros de lujo. Es el compendio fatal de todas las calamidades que azotan a un país sumido en una lucha de todos contra todos.
Los carteles de la droga luchando entre sí, ya no solo por los corredores hacia Estados Unidos, sino por cada esquina, por cada plaza. Y luchando a su vez contra una policía ineficaz -inservible tras décadas de corrupción- y contra un Ejército desbordado".
Y agrega que para terminar de completar el cuadro del desastre, cientos de grupos de delincuentes más o menos organizados se están aprovechando del desbarajuste y de la impunidad más absoluta -el 95% de los delitos que se cometen en México no encuentra castigo- para saquear, cuando no matar, a la población indefensa.
El Estado de Chihuahua, que gozó de gran esplendor durante los últimos 20 años. Las empresas manufactureras, y también los carteles de la droga, supieron aprovechar la estratégica ubicación de la ciudad, justo en el centro de los 3.000 kilómetros de frontera que separan México de Estados Unidos.
Decidieron contratar a mujeres porque consideraron que con sus manos pequeñas serían más eficaces a la hora de ensamblar las piezas.
O tal vez porque les pagaban menos que a los hombres, el caso es que miles de mujeres de todo el país empezaron a llegar a Juárez. "Mujeres jóvenes, mujeres sin recursos, mujeres solas.
En enero de 1993 empezaron a matarlas. Alma Chavira fue la primera de una larga lista de niñas y de mujeres torturadas, violadas, asesinadas.
No hay cifras exactas de la magnitud de la tragedia, pero lo que sí existe es la convicción -avalada por una sentencia reciente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos- de que las autoridades de entonces no hicieron lo necesario por investigar aquellos crímenes", se puede leer en el artículo.
Hoy por hoy, Juárez, Caracas y Medellín siguen hermanadas por la violencia. Pero la ciudad colombiana lucha cada mañana por convertirse en hija única de la esperanza. Fuente: IBD/Reuters
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