¿Qué ocurre con el embarazo y la lactancia ante la presencia de la enfermedad o luego de algunos años de haberla padecido? Respuestas a los interrogantes más frecuentes.
El cáncer de mamas se presenta en uno de cada 3.000 embarazo y es el más común durante esta etapa en la vida de la mujer.
Pero puede ser difícil de detectar al comienzo de la gestación o en quienes acaban de dar a luz porque generalmente las madres presentan mamas sensibles e inflamadas, lo que complica el diagnóstico de la enfermedad.
Si la detección se demora, estas mujeres pueden llegar a tener menos posibilidades de supervivencia debido a que el tumor está más avanzado cuando se descubre.
Por este motivo, el examen de mamas debe formar parte de la atención prenatal de rutina y, además, tanto mujeres embarazadas como lactantes deben autoexaminarse en forma periódica.
La maternidad tiene un doble efecto en el riesgo de cáncer mamario: su probabilidad de ocurrencia aumenta levemente una vez que el bebé nació para luego disminuir en forma paulatina; y a largo plazo protege a la mamá frente a la ocurrencia de la enfermedad.
Comparado con las mujeres sin descendencia (nulíparas), aquellas que tuvieron al menos un embarazo a término tienen en promedio un 25% menos de probabilidad de sufrirla.
Por otro lado, para iniciar un embarazo desde el momento en que se terminó el tratamiento con quimioterapia debe esperarse un tiempo prudencial: al menos dos años son necesarios para poder descartar la reincidencia de la enfermedad y encarar un embarazo sin nuevas complicaciones.
¿Puede realizarse quimioterapia durante el embarazo?
A pesar de que aún queda mucho por investigar en este sentido, diferentes estudios afirman que es posible que las pacientes realicen un tratamiento estándar, siempre con la recomendación de no comenzarlo antes de la 12ª semana de gestación, cuando aún hay riesgos para el feto.
De todas maneras, todos los casos son particulares y deben ser analizados con el profesional a cargo.
¿Qué ocurre con el bebé en la panza?
Las células cancerosas de la madre no parecen transmitirse al feto, por lo que el bebé no sufrirá consecuencias si la madre padeció la enfermedad durante la gestación.
Su relación con la lactancia materna
En diferentes países, sobre todo en los desarrollados, se detectó una disminución del riesgo de padecer la enfermedad en relación directa con la lactancia materna: a mayor tiempo de lactancia, mayor protección contra el cáncer de mama a largo plazo.
La lactancia materna es beneficiosa en muchos sentidos: no sólo representa una gran fuente de alimento para el bebé (la fundamental y más importante hasta los seis meses de edad) sino que trae aparejado beneficios para la salud de la mamá, actuando como una herramienta de prevención.
En los casos en que la mamá debe realizar un tratamiento con quimioterapia durante la lactancia, ésta debe ser suspendida ya que muchos medicamentos pueden presentarse en niveles altos en la leche materna y perjudicar al bebé directamente. Fuente: Hospital Universitario Austra
El cáncer de mamas se presenta en uno de cada 3.000 embarazo y es el más común durante esta etapa en la vida de la mujer.
Pero puede ser difícil de detectar al comienzo de la gestación o en quienes acaban de dar a luz porque generalmente las madres presentan mamas sensibles e inflamadas, lo que complica el diagnóstico de la enfermedad.
Si la detección se demora, estas mujeres pueden llegar a tener menos posibilidades de supervivencia debido a que el tumor está más avanzado cuando se descubre.
Por este motivo, el examen de mamas debe formar parte de la atención prenatal de rutina y, además, tanto mujeres embarazadas como lactantes deben autoexaminarse en forma periódica.
La maternidad tiene un doble efecto en el riesgo de cáncer mamario: su probabilidad de ocurrencia aumenta levemente una vez que el bebé nació para luego disminuir en forma paulatina; y a largo plazo protege a la mamá frente a la ocurrencia de la enfermedad.
Comparado con las mujeres sin descendencia (nulíparas), aquellas que tuvieron al menos un embarazo a término tienen en promedio un 25% menos de probabilidad de sufrirla.
Por otro lado, para iniciar un embarazo desde el momento en que se terminó el tratamiento con quimioterapia debe esperarse un tiempo prudencial: al menos dos años son necesarios para poder descartar la reincidencia de la enfermedad y encarar un embarazo sin nuevas complicaciones.
¿Puede realizarse quimioterapia durante el embarazo?
A pesar de que aún queda mucho por investigar en este sentido, diferentes estudios afirman que es posible que las pacientes realicen un tratamiento estándar, siempre con la recomendación de no comenzarlo antes de la 12ª semana de gestación, cuando aún hay riesgos para el feto.
De todas maneras, todos los casos son particulares y deben ser analizados con el profesional a cargo.
¿Qué ocurre con el bebé en la panza?
Las células cancerosas de la madre no parecen transmitirse al feto, por lo que el bebé no sufrirá consecuencias si la madre padeció la enfermedad durante la gestación.
Su relación con la lactancia materna
En diferentes países, sobre todo en los desarrollados, se detectó una disminución del riesgo de padecer la enfermedad en relación directa con la lactancia materna: a mayor tiempo de lactancia, mayor protección contra el cáncer de mama a largo plazo.
La lactancia materna es beneficiosa en muchos sentidos: no sólo representa una gran fuente de alimento para el bebé (la fundamental y más importante hasta los seis meses de edad) sino que trae aparejado beneficios para la salud de la mamá, actuando como una herramienta de prevención.
En los casos en que la mamá debe realizar un tratamiento con quimioterapia durante la lactancia, ésta debe ser suspendida ya que muchos medicamentos pueden presentarse en niveles altos en la leche materna y perjudicar al bebé directamente. Fuente: Hospital Universitario Austra
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