Las cárceles de La Habana dejaron en silla de ruedas al preso político Ariel Sigler Amaya. Siete meses después, mostró su asombrosa recuperación en Estados Unidos.
"Delante de todos los hermanos nuestros de la oposición, me comprometo a que, a partir de este momento, dejo la silla de ruedas'', afirmó el cubano durante la conferencia de prensa en el Hospital Jackson Memorial de Miami.
Sigler, de 47 años, fue el primer preso político liberado luego de las gestiones del cardenal Jaime Ortega.
Debido a su estado de salud, le fue concedida una visa humanitaria y permiso de salida para recibir tratamiento en los Estados Unidos. Antes de la cárcel, era boxeador aficionado, además de profesor de educación física.
El activista de derechos humanos era uno de los 75 disidentes encarcelados durante la ola represiva de la llamada Primavera Negra de 2003, cuando fueron juzgados y condenados a penas de hasta 28 años de prisión.
Dirigía un movimiento opositor cuando fue arrestado el 18 de marzo de 2003, junto a sus hermanos Guido -que aún está preso- y Miguel, quien fue liberado y actualmente reside en Miami.
En silla de ruedas desde septiembre de 2008, el cubano también sufría de una serie de enfermedades crónicas como polineuropatía y problemas digestivos y renales.
"Pueden ver en qué estado me ha dejado la dictadura que gobierna en Cuba", señalaba el día que llegó al aeropuerto estadounidense.
Sigler recibió un tratamiento de rehabilitación para superar una polineuropatía agresiva que adquirió en las cárceles cubanas.
El padecimiento disminuye la sensibilidad en cualquier parte del cuerpo. Durante su confinamiento, llegó a pesar 53 kilos (en sus años de boxeador pesaba 93).
Ahora, con la recuperación casi total de su masa muscular, anunció que retomará su activismo político.
"Sacarlo de las garras de la muerte y convertirlo en un individuo normal, como era antes, ha sido un orgullo.
El proceso fue arduo, pero hemos alcanzado recuperarlo como habíamos dicho desde un comienzo'', aseguró el especialista Orlando Rodríguez, director asociado de Medicina Interna y Servicios Hospitalarios del Jackson.
"Todavía no hemos llegado a un final, sin embargo, Sigler es una persona fuerte. En uno o dos meses más será el que era antes'', adelantó el profesional.
"La cárcel de la dictadura no pudo vencerme [...] ahora estoy listo para continuar la lucha desde aquí más que nunca", gritaba Sigler el día que llegó a Miami. Fuente: IB
"Delante de todos los hermanos nuestros de la oposición, me comprometo a que, a partir de este momento, dejo la silla de ruedas'', afirmó el cubano durante la conferencia de prensa en el Hospital Jackson Memorial de Miami.
Sigler, de 47 años, fue el primer preso político liberado luego de las gestiones del cardenal Jaime Ortega.
Debido a su estado de salud, le fue concedida una visa humanitaria y permiso de salida para recibir tratamiento en los Estados Unidos. Antes de la cárcel, era boxeador aficionado, además de profesor de educación física.
El activista de derechos humanos era uno de los 75 disidentes encarcelados durante la ola represiva de la llamada Primavera Negra de 2003, cuando fueron juzgados y condenados a penas de hasta 28 años de prisión.
Dirigía un movimiento opositor cuando fue arrestado el 18 de marzo de 2003, junto a sus hermanos Guido -que aún está preso- y Miguel, quien fue liberado y actualmente reside en Miami.
En silla de ruedas desde septiembre de 2008, el cubano también sufría de una serie de enfermedades crónicas como polineuropatía y problemas digestivos y renales.
"Pueden ver en qué estado me ha dejado la dictadura que gobierna en Cuba", señalaba el día que llegó al aeropuerto estadounidense.
Sigler recibió un tratamiento de rehabilitación para superar una polineuropatía agresiva que adquirió en las cárceles cubanas.
El padecimiento disminuye la sensibilidad en cualquier parte del cuerpo. Durante su confinamiento, llegó a pesar 53 kilos (en sus años de boxeador pesaba 93).
Ahora, con la recuperación casi total de su masa muscular, anunció que retomará su activismo político.
"Sacarlo de las garras de la muerte y convertirlo en un individuo normal, como era antes, ha sido un orgullo.
El proceso fue arduo, pero hemos alcanzado recuperarlo como habíamos dicho desde un comienzo'', aseguró el especialista Orlando Rodríguez, director asociado de Medicina Interna y Servicios Hospitalarios del Jackson.
"Todavía no hemos llegado a un final, sin embargo, Sigler es una persona fuerte. En uno o dos meses más será el que era antes'', adelantó el profesional.
"La cárcel de la dictadura no pudo vencerme [...] ahora estoy listo para continuar la lucha desde aquí más que nunca", gritaba Sigler el día que llegó a Miami. Fuente: IB
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