domingo, 17 de julio de 2011

Los político envejecen de 9 a 15 años según un estudio de la Universidad de Stanford y la Universidad de Maryland









Un recientes estudios analizaron los efectos de “la enfermedad de la prisa”, que todos conocemos por estrés.

Aseguran que una de las actividades en las que el ser humano experimenta mayores niveles de estrés, es la política. Cómo manejarlo para evitar el envejecimiento prematuro

Según estudios basados en más de 20 años de experiencia clínica en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford y la Universidad de Maryland, se está llegando a nuevas conclusiones sobre lo que hoy denominamos: “La Plaga Moderna del Estrés o La Enfermedad de la Prisa”, que envejece y además puede matarnos.

Es un estudio interesante que analiza en profundidad, cómo manejar el estrés en forma adecuada, en un mundo en que la confusión emocional es una epidemia y el tiempo es limitado.

Según sus autores, existe una serie de destrezas vitales para el manejo del estrés que pueden aprenderse, ponerse en práctica, y obtener resultados inmediatos.

El estrés forma parte de nuestras vidas. Nadie puede evitarlo. Es la forma natural en que nos preparamos para enfrentarnos a las exigencias de la vida. Es una reacción mental física, emocional y espiritual ante los retos de la vida cotidiana.

Todo lo que hacemos genera estrés: levantarnos de prisa para ir al trabajo, preparar el desayuno, conducir un auto (aun más si tienes prisa por llegar), llegar a tiempo al aeropuerto para tomar un vuelo, las turbulencias durante el vuelo, la desesperación por llegar al punto de destino.

En fin, somos esclavos de nuestra propia prisa. El problema no radica en el estrés, sino con qué frecuencia lo experimentas, y qué habilidades has desarrollado para enfrentarlo.

Según nuestros estudios en LifeStyle Medicine (Universidad de Harvard) una de las actividades en las que el ser humano experimenta mayores niveles de estrés, es la política (sobre todo los cargos ejecutivos) y en todo lo que de ésta se deriva: marchas, mítines, caravanas, concentraciones, propaganda gráfica, radial, escrita y televisiva, generan estrés a los políticos y a la población en general.

No olvidemos las enfermedades que padecieron nuestros presidentes en la Argentina, seguramente el estrés y la poca posibilidad de controlarlo pusieron en jaque más de una vez la salud de nuestros gobernantes.

Para los políticos, la actividad es un proyecto siempre inconcluso, y muchas veces en lugar de reconocer cuánto hemos logrado cada día, nos concentramos en todo lo que falta por hacer.

En política nunca se siente que se ha hecho lo suficiente, y nos enfrentamos permanentemente a un flujo interminable de responsabilidades continuas.

Los políticos duermen pocas horas, se levantan temprano, evitan divertirse y hacen esperar a sus seres queridos.

Imaginemos sólo un instante los niveles de estrés que habrán soportado las grandes figuras políticas de la historia: Winston Churchill, a propósito de la Segunda Guerra Mundial; John F. Kennedy, cuando tomó las riendas del país más poderoso de la Tierra en 1961; Iosif Vissarionovich Dzhugashvili, más conocido con el sobrenombre de Stalin (que significa hombre de acero).

Hoy nuestro equipo de estudios en el hospital de Massachusetts está observando que este estrés podría producir un envejecimiento celular (estrés oxidativo) con rangos de 9 a 15 años por encima de lo estándar.

Por: doctor Adrián Jaime (MN 115.974), especialista en LifeStyle Medicine (Harvard University.)

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